El fenómeno de La Niña no se irá tan fácilmente, ¿llegará El Niño?
La Niña, que ha estado presente desde 2020 parece que se extenderá más de lo previsto, por lo menos hasta la primavera de 2023, para después comenzar a calentarse con la llegada de El Niño.
Desde septiembre de 2020, las aguas del Pacífico ecuatorial se enfriaron rápidamente, dándose el inicio oficial de la fase fría de El Niño – Oscilación del Sur (ENSO) conocido como La Niña, persistiendo hasta este enero de 2023, aunque en el verano del 2021 se debilitó brevemente pasando a una fase neutra. En todos estos meses, la circulación atmosférica cambió notablemente generando sequías, incendios, fríos extremos directos del Ártico y periodos de lluvias en territorio mexicano.
Los modelos han estado variando en su futuro comportamiento y, de seguir este 2023, podrían ser ya 4 años en que este fenómeno se haga presente alterando los patrones de circulación. Uno de ellos ha sido lo ocurrido este invierno cuando normalmente es seco, varios eventos de lluvias torrenciales se presentaron, además de variaciones en las temperaturas. A continuación, se dará un panorama general cómo se podría comportar en próximos meses y sus efectos.
Otro pulso de vientos podría mantener a La Niña
La dinámica de esta fase fría del ENSO consiste en un acoplamiento océano-atmosférico, en el que vientos fuertes de dirección Este dominan el Pacífico desde costas de Perú hasta cercanía con Indonesia desplazando las aguas cálidas, teniendo como respuesta afloramientos muy fríos (ascenso del agua) desde profundidades entre 300 a 500 metros. Esta circulación se mantiene gracias a las ondas de Kelvin y otros factores, las cuales, mientras estén activas, La Niña se mantendrá con vida.
Desde el pasado diciembre, estos vientos del Este se han debilitado ocasionando que le ocurra lo mismo al fenómeno y que aguas más cálidas vayan acercándose a la región; sin embargo, recientemente los modelos están mostrando que los vientos volverán a fortalecerse durante la segunda semana de febrero, dando como resultado que nuevamente puedan emerger aguas más frías por lo menos durante este segundo mes del año.
Un impedimento de previsión a largo plazo: Barrera de primavera
Generalmente, desde diciembre y hasta por lo menos abril de cada año, los modelos climáticos (a largo plazo) no logran simular correctamente las condiciones atmosféricas, pudiendo mostrar escenarios poco fiables, todo esto conocido como “Barrera de primavera”. Para que quede más claro, a principios de 2021, los modelos daban como resultado que en el invierno 2021-2022 habría un El Niño fuerte y no ocurrió, siendo una previsión similar inicios de 2022 cuando se esperaba en el invierno 2022-2023 (actual) nuevamente El Niño.
¿Se calentará el mar? ¿Existe algún panorama para la temporada de ciclones?
A largo plazo, se estima que gradualmente en el transcurso de la primavera pueda cambiar la circulación y pasemos a una fase neutral entre abril o mayo debido al incremento de la temperatura de la superficie del mar; siendo más notable desde el verano, entre el trimestre junio-agosto y cobrando relevancia a finales de año, cuando un El Niño moderado a fuerte se podría desarrollar.
Ahora y de nueva cuenta, se tiene un escenario para el regreso de El Niño desde este verano, fortaleciéndose hacia el otoño-invierno 2023, ¿Qué tan probable podría ser? Muy poco probable en realidad; si bien existe esa condición, la verdad es que no nos podemos fiar debido a la “Barrera de primavera”, aun cuando los vientos del Este en el Pacífico se debilitan y aguas cálidas se acercan, aunque claro, debemos de estar pendientes de su evolución.
Brevemente, sí pasamos a fase neutral y posteriormente El Niño, primavera-verano en México podrían con lluvias dentro o superiores a lo normal, pero con una canícula más marcada (sequía) y nuevamente tornándose lluvioso hacia el otoño-invierno con temperaturas más bajas (más frío de lo normal), mientras la temporada de ciclones en el Atlántico sea menos activa. Si La Niña continúa, primavera-verano sería extremosa con eventos severos de lluvias y mayor actividad ciclónica en el Atlántico, mientras el otoño-invierno sería seco y extremoso con calor-frío.