Cómo identificar las tormentas más extremas a simple vista
Son varios tipos de nubes las que están asociadas a tormentas fuertes. Basta con saber identificarlas para descifrar cuándo debemos abandonar un plan al aire libre o saber que tan preparados debemos estar si en realidad tenemos que salir.
Las tormentas están entre los fenómenos meteorológicos más pavorosos debido a los efectos que algunas tienen a su paso y, también, por su impacto visual, que se magnifica cuando estamos al exterior y podemos observar la estructura nubosa en su plenitud. Algunas pueden extenderse decenas de kilómetros en el plano horizontal y vertical, creando muros con nubes oscuras, a veces deshilachadas y con protuberancias que suscitan imágenes apocalípticas.
A continuación vamos a exponer una serie de rasgos para identificar las más extremas, con tal de saber cuándo salir de zonas inundables, ponernos a cubierto o extender la típica manta sobre el coche, no vaya a ser que el granizo deje su marca.
Primer paso, saber qué es un cumulonimbo
Antes de hacer planes al aire libre, hay que mirar las predicciones meteorológicas y consultar los avisos oficiales. No basta con hacerlo unos días antes, se deben revisar en las horas previas, porque los pronósticos pueden cambiar. Más aún si estamos en primavera u otoño. Si con todo esto, creemos que lo más oportuno es salir de casa y al hacerlo avistamos nubes de base oscura y corpulentas, con textura de merengue, hay que ponerse en guardia.
No hay nada que temer si el tamaño no es sorprendente, suelen ser cúmulos de buen tiempo; otro cantar es si parecen coliflores gigantes, que a veces derivan en velos blancos que se extienden al frente, adquiriendo forma de yunque. En este último caso, probablemente, estaremos ante un cumulonimbo. La nube que aguarda las tormentas.
Los cumulonimbus arcus
Hay otras formas más fáciles de identificar una tormenta, obviamente por algún tipo de electrometeoro, que suelen llegar con anticipo, o por las cortinas de precipitación. La idea es identificar las más potentes, y una de las formaciones más fáciles de reconocer son las derivadas de los cumulonimbus arcus, estas trazan en el cielo un semicírculo o arco de nubes oscuras que después se desploman formando cascadas de precipitación, muchas veces densas y blanquecinas, por el granizo que se desprende de ellas.
Con su presencia, el viento puede soplar en dirección a la tormenta y hay una calma tensa que solo se rompe por el bramido de los truenos. Cuando estamos justo debajo de las nubes más oscuras (rodillo o roll cloud) comienza el ajetreo, con viento racheado y las primeras gotas, pero pocas. No se producen precipitaciones porque reinan los ascensos entre la nubosidad. Ahí el cumulonimbo está absorbiendo aire cálido y húmedo a destajo. Después sí que llega la cortina y la lluvia cae suele alargarse durante unos minutos hasta que decrece su intensidad. Además, la temperatura se desploma.
Nubes estantería y boca de ballena
En esos ‘arcus’ se pueden identificar unas cuantas formaciones nubosas espectaculares. Las shelf clouds o nubes estantería son una de ellas. Previa llegada de la tormenta, se presentan como una serie de estantes tubulares que se superponen al roll cloud. Solo podemos apreciarlos cuando la zona más oscura está distante, a unos cuantos kilómetros. En ese momento aún no llueve.
Una vez pasan las nubes más bajas, de repente parecen engullirnos las fauces de una ballena, al menos eso es lo que debió pensar el observador que las bautizó como whales mouth (boca de ballena). Tienen un aspecto rugoso y deshilachado, presentando a veces una especie de barbas (pannus) en la parte delantera. Cuando se observan lo mejor es ponerse a cubierto porque el chaparrón está a punto de comenzar.
Supercélulas y su espectacular mesociclón
Uno de los ejemplares más codiciados por los cazatormentas son las supercélulas. Se trata de estructuras nubosas espectaculares que suelen trazar una espiral ascendente en el cielo vigorosa, que gira como una peonza. Unas veces más evidente que otras, dependiendo de su tamaño. Esta rotación se observa en un cumulonimbo denominado mesociclón, con base muy baja y oscura, que a menudo tiene aspecto de platillo volante. Con un radio de entre 2 y 10 kilómetros aguarda chubascos masivos, en ocasiones con pedrisco de gran tamaño, e incluso tornados.
Nubes murus, flumen y cauda
Al igual que pasa en los cumulonimbus arcus, las supercélulas llegan acompañadas por una grupo de nubes especiales. Las del tipo ‘murus’ o wall cloud son inolvidables. Literalmente, levantan una muralla vertical repleta de protuberancias que se ve de forma nítida, porque no suele ir acompañada de precipitaciones. En esa zona el aire cálido es absorbido por el cumulonimbo de forma abrupta.
En los casos más extremos, son características unas bandas de nubes bajas que alimentan al mesociclón que llegan en diagonal, llamadas ‘flumen’. Normalmente sus bases tienen una altura parecida al mesociclón pero no se funden con la nube del tipo murus. También son conocidas como “cola de castor”. Las nubes ‘cauda’ o tail cloud son similares a las anteriores, pero sí que están adheridas al cumulonimbo principal conformando un todo. Además, se pueden identificar porque crean una ‘cola pequeña’ bien unida a ese mesociclón. Si esta estructura se acerca, más vale salir pitando o ponerse a cubierto.