Siembra de nubes y aumento de precipitación: ¿realmente funciona?
Los programas para estimular la precipitación se realizan en México desde 1948. ¿En qué consiste esta práctica y cuál es la conclusión sobre su efectividad?
Alrededor del mundo diferentes culturas han recurrido a plegarias y ceremonias con la esperanza de alterar el tiempo, entre los ritos más conocidos destacan las danzas de la lluvia del pueblo Hopi de Norteamérica.
Desde mediados del siglo XX los programas operativos para modificar artificialmente las condiciones meteorológicas se han llevado a cabo en más de 50 países a lo largo del mundo, combinando el conocimiento científico y la tecnología. Estos programas incluyen iniciativas para disipar la niebla, disminuir el granizo y estimular la precipitación en forma de lluvia o nieve.
La siembra de nubes es un tipo de técnica relacionada con la modificación artificial del tiempo que busca aumentar la cantidad de precipitación producida y el tipo de hidrometeoros (hielo o agua) que caen desde las nubes mediante la dispersión de diferentes sustancias o partículas nucleadoras como el yoduro de plata.
Esta práctica reproduce un proceso que por sí solo ocurre en la naturaleza, donde partículas conocidas como núcleos de condensación de nube y núcleos de glaciación catalizan la nucleación (cambio de fase), pero con la siembra de nubes este proceso es eficientado y podrían llegar a producirse más gotitas de agua o cristales de hielo, aumentando así la cantidad de precipitación.
En las últimas semanas ha sido noticia en México la práctica de siembra o bombardeo de nubes en la región central del país. Este tipo de acciones se llevaron a cabo por primera vez en el territorio mexicano entre 1948 y finales de la década de 1970 en Necaxa, Puebla, siendo hasta la fecha el experimento de mayor duración en el mundo.
¿Funciona este tipo de práctica?
Cuantificar el aumento de la precipitación debido a la siembra de nubes continúa siendo un reto en la actualidad a pesar de contar con mejores herramientas de observación como satélites, radares y modelos numéricos que pueden simular los complejos procesos microfísicos que ocurren en el interior de las nubes sembradas.
La Organización Meteorológica Mundial (WMO, por sus siglas en inglés) ha sido clara en su conclusión sobre las prácticas de siembra de nubes: “A pesar de décadas de investigación, un profundo escepticismo rodea todavía a la siembra de nubes, debido, en parte, al reto de verificar la eficacia de la técnica —estableciendo causa y efecto— dada la complejidad y variabilidad de los sistemas meteorológicos”.
Impacto al medioambiente y a la salud humana
El yoduro de plata es una sal que puede tener efectos negativos sobre el ser humano en altas concentraciones, además, al ser un compuesto insoluble en agua podría tener un comportamiento de acumulación en el ambiente. Por estas razones, es importante realizar estudios de análisis y seguimiento de posibles riesgos ambientales por el uso de diferentes sustancias en la siembra o bombardeo de nubes.
Más inversión en la investigación
Como se mencionó, sigue siendo un reto cuantificar la eficiencia de la siembra de nubes, y a pesar de ello los gobiernos invierten más dinero en apoyar programas operativos que en la investigación. Además, los tomadores de decisiones deben asesorarse con meteorólogos que entiendan los complejos procesos microfísicos en el interior de las nubes y deben evitar proyectos de estimulación de lluvia si no se ha verificado científicamente y con rigor el éxito de los mismos.