Mijo, ¿un arma contra la escasez de alimentos?
En un momento en que el mundo continúa lidiando con una situación de pandemia y hay una guerra en el continente europeo, es fundamental estudiar, definir e implementar estrategias que apunten a reducir el impacto de la escasez de cereales a nivel mundial.
Además de los productos energéticos, el precio de los productos alimentarios ha registrado subidas históricas, situación que perjudica en primera instancia a la población más desfavorecida. Sin embargo, es posible señalar algunos buenos ejemplos de la aplicación de estrategias que apuntan a reducir la falta de alimentos en algunas partes del mundo.
En el estado de Odisha, en el este de India, una iniciativa impulsada por el Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus sigla en ingles), consiste en repartir semillas de un determinado tipo de maíz a la población más vulnerable, el mijo. El cultivo de este tipo de maíz en esa región ayuda, por un lado, a combatir el hambre y, por otro, a dinamizar la economía local.
Es importante señalar que este tipo de cultivo se desarrolla muy rápidamente, se adapta a las condiciones de temperatura y precipitación de la región (resiste altas temperaturas y crece con poca agua), además de no perjudicar la calidad del suelo. Los dos alimentos principales de la dieta india, el trigo y el arroz, debido a su producción masiva, tienen impactos muy negativos en la calidad del agua y del suelo.
Desde 2018, la población más desfavorecida del pueblo de Goili, en el distrito de Mayurbhanj, recibe semillas de mijo con el objetivo de aprovechar tierras baldías y hacerlas productivas.
Diferentes usos e impactos reales
En los últimos 3 años, la implementación de esta estrategia ha sido un éxito a nivel regional. Como el mijo tiene una productividad considerable, ya forma parte de la dieta de la población. La combinación de este tipo de maíz con otros muy similares, como el sorgo y el mijo africano, permite la creación de recetas de panqueques y bebidas nutritivas, que redujeron sustancialmente la exposición de la población a la escasez de alimentos.
Esta planta tiene una tolerancia superior a la media, en situaciones de temperaturas muy altas, condiciones de sequía o precipitaciones intensas, además de desarrollarse muy rápidamente y sin el uso de fertilizantes. Esto da fe de los impactos reales sobre la población y la economía locales, sin dañar el medio ambiente.
Otro impacto, no menos importante, se ve en la sociedad: el cultivo de este maíz ha ayudado a la emancipación de las mujeres, que tienen así un papel más activo como productoras agrícolas, mucho más allá del tradicional papel secundario de cuidadoras poscosecha.
El principal desafío de este tipo de cosecha está relacionado con la imagen que todavía existe de ella, a saber, la asociación del mijo con “alimento para los pobres”, algo que merece una desmitificación, en las cocinas de los restaurantes y en los medios de comunicación.
Desde el punto de vista europeo, se sabe cuánto depende la población de los cereales de los países que están en guerra, a saber, Ucrania y Rusia. Con los precios por las nubes y sin una resolución del conflicto a la vista, ¿hasta qué punto deberíamos plantearnos introducir este tipo de estrategias en los países europeos?