Historia de la incidente que pudo desatar un apocalipsis nuclear
En septiembre de 1983, la Tierra estuvo a un paso de sufrir un apocalipsis nuclear debido a un increíble error de los sistemas de defensa soviéticos. El reflejo del Sol en algunas nubes de gran altura fue interpretado por los sistemas de alerta como misiles nucleares estadounidenses entrantes. He aquí la loca e inquietante historia del "Incidente del Equinoccio de Otoño" y de la decisión de Stanislav Petrov.
Durante la noche del 25 al 26 de septiembre de 1983, hace casi cuarenta años, la Tierra estuvo a un paso del apocalipsis nuclear debido a un increíble error en los sistemas de alerta soviéticos.
Fue justo después del equinoccio de otoño de ese año, que estuvo marcado por una gran tensión entre Estados Unidos (EE. UU.) y la Unión Soviética (URSS). Poco después de la medianoche del 26 de septiembre, en la sala de mando del Centro de Alerta Temprana Antinuclear soviético, las alarmas sonaron de repente.
En las pantallas apareció el escenario tan temido por ambas potencias durante décadas, algo que nadie quería que se convirtiera en realidad. Según el sistema de alerta, Estados Unidos había lanzado un ataque nuclear, con misiles dirigidos que caerían rápidamente en territorio soviético.
Inicialmente, el sistema de defensa ruso detectó la presencia de un misil, luego dos y finalmente cinco. Los misiles balísticos, lanzados desde suelo estadounidense, tardarían sólo 20 minutos en llegar a la Unión Soviética, momento en el que millones de personas morirían bajo un ataque nuclear mucho peor que el sufrido por las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki.
El 26 de septiembre de 1983 a un paso del fin del mundo
En esa dramática noche, estaba al mando del centro de alerta soviético el teniente coronel del Ejército Rojo Stanislav Petrov. Ante este escenario, su misión consistía en alertar a las altas jerarquías militares soviéticas del inminente ataque. Después de avisarles, en cuestión de minutos, comenzaría el contraataque desde la URSS, con misiles nucleares dirigidos hacia el territorio estadounidense, o hacia Europa.
¡Algo no encajaba!
Sin embargo, para el teniente coronel Petrov algo no cuadraba. No le convenció la cantidad de misiles lanzados por EE. UU. "Cuando se inicia una guerra", dijo Petrov más tarde, hablando de aquella terrible noche, "no se hace con sólo cinco misiles. "Haces poco daño con solo cinco misiles". ¿Cómo es posible, se preguntó mientras sonaba la alarma, que si los Estados Unidos habían decidido lanzar el gran ataque nuclear contra la Unión Soviética, lo hicieran con tan pocas cabezas nucleares?
El teniente coronel no estaba convencido, aunque no podía estar completamente seguro de tener razón. Una vez tomada la decisión de no activar la alarma, solo quedaba una cosa por hacer: esperar para ver si los misiles llegaban a suelo ruso. Más tarde, Petrov habló de una intuición que había tenido en esos minutos críticos. Una intuición que probablemente salvó al planeta y a toda la humanidad.
La intuición de Stanislav Petrov salvó a nuestro planeta del apocalipsis
La cautela de Petrov ante una situación de alerta nuclear probablemente salvó al planeta de un apocalipsis nuclear sin precedentes. Si la URSS hubiera activado los misiles de respuesta, que en este caso sí habrían sido reales, Estados Unidos habría respondido minutos después y miles de cabezas nucleares habrían explotado, destruyendo probablemente el planeta y la mayoría de las formas de vida.
Después de un rato de tensión y escalofríos, cuando para entonces el impacto de las armas nucleares en el suelo debía estar muy cerca, las sirenas dejaron de sonar y todo rastro de los misiles entrantes desapareció de las pantallas. Había sido una falsa alarma de radar. Petrov, con su sangre fría, había salvado al mundo de la catástrofe.
¿Cuál fue el origen de esta falsa alarma?
En aquella dramática noche del 26 de septiembre de 1983 coincidieron una serie de factores relacionados con la particular posición de la Tierra en su órbita alrededor del Sol en esa época del año. Por eso, el incidente se recuerda como el "Incidente del Equinoccio de Otoño".
El sistema soviético de alerta temprana antinuclear fue engañado por el reflejo del Sol en unas nubes que se encontraban a bastante altitud. Una reflexión favorecida precisamente por la alineación de la Tierra y el Sol.
Los sistemas de alerta temprana soviéticos se basaban en una serie de satélites que, a modo de ojos, escaneaban desde el espacio la zona del planeta de la que llegarían los misiles estadounidenses en caso de ataque. Estos satélites, para mantener un punto de observación fijo, se movían a lo largo de una órbita particular llamada Molnyia.
Los satélites soviéticos, el Sol y la Tierra, se alinearon ese día (justo después del equinoccio de otoño, cuando los rayos solares inciden perpendicularmente en nuestro planeta), de tal manera que se crearon las condiciones perfectas para el accidente. Los rayos del sol reflejados en unas nubes a gran altitud justo en la zona de la que se suponía que procedían los misiles estadounidenses, fueron interpretados por el radar como misiles que se acercaban, y a partir de ahí saltó la alarma.
Otro incidente en 1960, esta vez debido a una luna llena
Ocurrió el 5 de octubre de 1960 en Estados Unidos, cuando un episodio de luna llena en Noruega provocó una falsa alarma que advertía de la llegada de miles de misiles soviéticos a suelo americano. También en esa ocasión, afortunadamente, no se respondió al falso ataque.