Un plan que podría ser extraordinario para salvar el hielo marino del Ártico
Científicos envueltos en parkas se sientan en el hielo marino frente a la costa norte de Canadá y observan el agua salada fluir a través del océano helado. Su objetivo es frenar la retirada de la superficie del hielo.
La geoingeniería se ocupa de diversas formas de frenar el calentamiento global y sus efectos. Una de estas consecuencias es la desaparición gradual del hielo marino del Ártico. Esto significa que, la superficie del mar cada vez más oscura, puede absorber más energía solar, lo que a su vez acelera el calentamiento del agua del mar.
El efecto albedo decreciente
El valor de albedo es una medida del brillo de una superficie. Proporciona información sobre cuántos rayos de sol refleja un cuerpo, es decir, los devuelve al espacio. Se aplica lo siguiente: cuanto más brillante es una superficie, más rayos de sol se reflejan y mayor es el albedo.
La retroalimentación del albedo del hielo es un proceso complejo que se refuerza a sí mismo. Debido al calentamiento global, el hielo de los polos de la Tierra se está derritiendo y convirtiéndose en agua de mar. Dado que el albedo del agua de mar es significativamente menor, se refleja menos radiación. El agua de mar continúa calentándose, lo que a su vez provoca que se derrita más hielo.
Geoingeniería sobre hielo
Los experimentos de los investigadores en el frío invierno canadiense tienen como objetivo espesar el hielo marino y así contrarrestar el derretimiento. Bienvenidos al "lado un poco más loco" de la geoingeniería, con la que los humanos intentamos compensar el daño que le hemos causado al interferir artificialmente en el sistema climático de la Tierra.
El objetivo del inusual experimento ártico es espesar el hielo marino lo suficiente como para frenar o incluso revertir el derretimiento ya observado, según el Dr. Shaun Fitzgerald, cuyo equipo en el Centro para la Reparación del Clima de la Universidad de Cambridge detrás del proyecto, en una entrevista con la BBC.
La gran pregunta, como ocurre con muchas de estas intervenciones en los procesos naturales de la Tierra con el objetivo de detener el calentamiento global, es: ¿puede funcionar el experimento? Dr. Fitzgerald dice: "En realidad, todavía no sabemos lo suficiente para determinar si es una buena o mala idea".
Experimentos en condiciones difíciles.
Los investigadores desafiaron las temperaturas más bajas en la Bahía de Cambridge, un pueblo canadiense en el Círculo Polar Ártico. En el experimento participa la empresa británica Real Ice. El proceso comienza con una perforación en el hielo marino que se forma naturalmente en invierno. A continuación se bombean sobre la superficie unos 1,000 litros de agua de mar por minuto.
Cuando se expone al aire frío del invierno, a unos 30 grados centígrados bajo cero, esta agua de mar se congela rápidamente, lo que contribuye a espesar el hielo de la superficie.
El agua también compacta la nieve que cae. Dado que la nieve fresca actúa como una buena capa aislante, ahora se puede formar hielo más fácilmente en la parte inferior cuando entra en contacto con el mar. "La idea es que cuanto más grueso sea el hielo al final del invierno, más tiempo sobrevivirá cuando entremos en la temporada de deshielo", dijo a la BBC el codirector ejecutivo de Real Ice, Andrea Ceccolini.
La esperanza y la duda están equilibradas
Un problema con la implementación podría ser que el hielo más salado se derrita más rápido en verano.
No hay que olvidar el enorme desafío logístico que supone llevar el proyecto a un nivel de implementación generalizada. Según muchos científicos escépticos, se necesitará una enorme cantidad de bombas de viento para espesar el hielo marino en sólo una décima parte del Ártico.
Los efectos sobre la ecología acuática de esta intervención artificial en procesos naturales aún son inciertos.
El equipo alrededor del Dr. Fitzgerald es muy consciente de estas preocupaciones. Destaca que la tecnología sólo se probará y no se implementará más hasta que se aclaren los riesgos y la viabilidad económica. "No promovemos esto como una solución al cambio climático en el Ártico", enfatiza el Dr. Fitzgerald. "Vemos el sistema en su teoría como parte de la solución, pero tenemos que descubrir mucho más antes de que la sociedad pueda decidir si es una opción sensata o no”.
Los investigadores del Círculo Polar Ártico también coinciden en que la geoingeniería no es una panacea para combatir el cambio climático. Más bien, es necesaria una reducción drástica de las emisiones de gases de efecto invernadero para evitar las peores consecuencias del calentamiento.
Fitzgerald y su equipo señalan que incluso con una acción rápida, el mundo todavía enfrenta un futuro difícil. Para 2050, se espera que el Océano Ártico esté libre de hielo marino al menos una vez al año al final del verano.El resultado de este experimento de geoingeniería también está completamente abierto. Pero muestra las formas inusuales en que la ciencia y la investigación, junto con empresas innovadoras como Real Ice, pueden contrarrestar el déficit global en el objetivo de emisiones de gases de efecto invernadero.