Solitarios enigmáticos: por qué algunos animales sobreviven mejor al aislamiento

Mientras que algunas especies animales sufren de soledad, algunas criaturas han desarrollado con éxito estrategias para estar solas. Las investigaciones sobre los solitarios también podrían ser relevantes para los humanos.

Topo
El topo ciego se considera un claro ejemplo del ser solitario. Imagen: Pixabay/Dirk Beeki Schumacher
Lisa Seyde
Lisa Seyde Meteored Alemania 6 min

Muchas especies animales sociales sufren de soledad: la separación de sus congéneres puede causar estrés, aumentar la ansiedad e incluso afectar su salud. Pero no todos los animales dependen de la comunidad. Algunas especies están perfectamente adaptadas a la vida solitaria. Demuestran que la independencia puede tener tanto éxito como los vínculos sociales estrechos.

Los estilos de vida solitarios están muy extendidos en el reino animal. Incluso entre los mamíferos sociales, el 22% de las especies estudiadas son solitarias. Los machos y las hembras pasan la mayor parte del tiempo durmiendo solos y buscando comida solos.

Un ejemplo extremo son los topos ciegos del sur de Europa y Oriente Medio. En lugar de buscar compañía, se estresan tan pronto como están cerca uno del otro, incluso si hay una barrera entre ellos. Los individuos pequeños, en particular, sufren por la proximidad. “Pueden morir por el estrés al que están sometidos”, explica Tali Kimchi, neuróloga conductual.

Después de que sus madres los han expulsado del túnel parental, estos animales viven toda su vida adulta solos. “Suena extraño, pero así es la supervivencia de estas criaturas”, dice Kimchi.

Pulpo
El pulpo también prefiere estar solo, la mayor parte del tiempo, al menos. Imagen: Diane Picchiottino/Unsplash

Cuando los solitarios buscan compañía

No todos los animales considerados solitarios evitan por completo a sus congéneres. Algunos toleran su proximidad cuando es beneficiosa. Las ratas Bush-Karoo, por ejemplo, suelen vivir solas, pero ocasionalmente cooperan con sus parientes. Comparten estaciones de alimentación e incluso construyen juntos cabañas de almacenamiento durante épocas de alta demanda.

“Ser un animal solitario no es fácil y es primitivo. Puede ser bastante complejo y presentar desafíos que las distintas especies resuelven de distintas maneras”. El ecólogo conductual Carsten Schradin del Centro Nacional de Investigación Científica de Estrasburgo, Francia.

Los pulpos también fueron considerados durante mucho tiempo como animales solitarios radicales, pero las investigaciones muestran que ocasionalmente forman comunidades: en la bahía de Jervis, en Australia, un grupo de hasta 16 pulpos oscuros se ha asentado en un solo lugar. El origen de esta “ciudad pulpo” probablemente se encuentra en la acumulación de conchas de mejillones, que formaron una base estable para nuevas construcciones.

Aquí los animales desarrollan comportamientos sociales inusuales: los machos intentan mantener cerca a las hembras, compiten entre ellos y expulsan a los rivales de sus cuevas. A veces usan sus embudos para arrojar deliberadamente escombros a sus vecinos, un comportamiento que los científicos llaman “empujar”.

¿Qué podemos aprender de esto?

Aunque muchos solitarios actúan de forma independiente, de ninguna manera son antisociales. Los investigadores observan repetidamente que estos animales también aprenden unos de otros. Las tortugas patas rojas, por ejemplo, que buscan alimento solas, observaron estrategias de otras tortugas en experimentos.

Esta capacidad de aprendizaje social se consideró durante mucho tiempo una característica de los seres vivos en grupo. Ahora resulta que incluso los solitarios utilizan formas complejas de transferencia de información.

"Tal vez al estudiar a los solitarios y cómo logran éxito con esta táctica, podamos entender mejor qué tiene de bueno estar solo también para la sociedad humana". El ecólogo conductual Carsten Schradin del Centro Nacional de Investigación Científica de Estrasburgo, Francia.

Las investigaciones sobre animales solitarios no sólo podrían ampliar nuestra comprensión del mundo animal, sino que también podrían ser relevantes para los humanos. Por ejemplo, Kimchi está estudiando cómo cambian los cerebros de las ratas topo durante las fases en las que pasan de las interacciones sociales al aislamiento. Estos hallazgos podrían ayudar a comprender por qué algunas personas experimentan aislamiento social.

Al mismo tiempo, los animales demuestran que estar solo no es automáticamente problemático. Los “solitarios sociales” mantienen redes flexibles, interactúan con otros esporádicamente y, aun así, siguen siendo independientes.

“Estar solo también puede ser la mejor opción para muchas personas”, afirma el biólogo conductual Schradin. Una vida sin interacción social constante no es menos valiosa: es simplemente una estrategia diferente que puede ser tan exitosa en la naturaleza como vivir en comunidades.

Referencia de la noticia:

Makuya, L., & Schradin, C. (2024): Costs and benefits of solitary living in mammals. Journal of Zoology 323, 1, 9–18. https://zslpublications.onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/jzo.13145

Kashash, Y., Smarsh, G., Zilkha, N., Yovel, Y., Kimchi, T. (2022): Alone, in the dark: The extraordinary neuroethology of the solitary blind mole rat. eLife 11:e78295. https://doi.org/10.7554/eLife.78295