'Nubes noctilucentes' se forman desde fragmentos extraterrestres
En los niveles más altos de la atmósfera terrestre, casi en el límite con el espacio exterior, nubes muy especiales se desarrollan a partir de restos materiales del provenientes del espacio exterior. Y es el cambio climático el factor que está ayudando a que se vean más seguido.
Las nubes que se desarrollan en las capas mas altas atmosféricas: entre los 75 y 90 kilómetros (mesósfera y termósfera), son unas de las más especiales de todos los tipos. A esos niveles las temperaturas son extremadamente bajas, pueden bajar a menos de -130°C, y el aire es menos denso que en la estratósfera. Otro dato interesante es que no hay información ni evidencia que indique que se las haya visto antes de 1885.
Técnicamente estas nubes se llaman nubes mesosféricas polares, aunque son más conocidas como nubes noctilucentes. Vamos por parte para explicar cómo se forman y de dónde viene ese nombre. Como toda nube, necesita de un elemento sobre el que se desarrollen. Por ejemplo, en la tropósfera, las partículas de sal marina en suspensión son núcleos de condensación o sublimación sobre los que se desarrollan las gotitas que conforman las nubes, o los cristales de hielo.
A las alturas donde se forman las nubes noctilucentes, las partículas sobre las que se desarrollan los cristales de hielo son de otro tipo. Aunque sus orígenes están en materia de investigación, se han detectado partículas de “humo de meteoros” en la composición de estas. Quiere decir que partículas extraterrestres ingresan desde el espacio exterior a nuestra atmósfera terrestre, al ser desintegradas dejan rastros de polvo sobre el que desarrollan estas nubes únicas.
¿Por qué son llamadas noctilucentes?
A este tipo de nubes solo se las puede observar en los momentos crepusculares del día, tanto al anochecer como al amanecer. En esos momentos, el observador ya está dentro de la sombra de la noche que avanza. Pero en la parte alta de la atmósfera todavía llegan rayos solares que iluminan a las nubes. De hecho el nombre se debe a que brillan en el cielo obscuro.
Como regla general a este tipo de nubes se les observa en altas latitudes, por encima de los 50°, pero en excepciones se las ha llegado a observar en latitudes más cercanas al Ecuador. Tal como lo relevó la Agencia Estatal de Meteorología de España (AEMET), el 15 de noviembre de 2019 se las pudo observar en Pamplona, en el norte de ese país.
De acuerdo a lo indicado por EarthObservatory, es más frecuente que se formen en el verano de cada hemisferio, cuando, contrariamente a lo que el sentido común nos haría pensar, la mesósfera está más fría. Cuando la temperatura se ubica debajo de los -130°C, la escasa cantidad de vapor de agua en esos niveles de la atmósfera se sublima en estas finas nubes de hielo. Algunos estudios sugieren que las nubes noctilucentes podrían resultar de la sublimación del agua expulsada por los transbordadores espaciales.
Huellas del cambio climático
Se cree que las nubes mesosféricas polares son muy susceptibles a los cambios en el medio ambiente. En las últimas décadas ha ido en aumento su frecuencia, brillo y extensión. Como se expresó oportunamente en Tiempo.com, ese aumento en la frecuencia podría estar relacionado en un aumento en de vapor de agua en la parte mas alta atmósfera a partir de gas metano.
Es probable que en la era preindustrial, este tipo de nubes se haya visto una vez cada algunos siglos. Hoy, esa frecuencia ha aumentado notoriamente. En la actualidad un observador en las zonas del planeta donde se desarrollan se les puede ver más de una vez por año. El metano liberado por actividades humanas está llegando en mayores cantidades a la mesósfera.
En la capa donde la atmósfera es muy poco densa, la oxidación de metano puede terminar liberando vapor de agua. Otro dato es que cada vez son más brillantes. Lo cierto es que el aumento de los gases de efecto invernadero en la atmósfera explica lo que está ocurriendo. En la mesósfera, el CO2 irradia calor al espacio, causando enfriamiento, ayudando a la formación de esta nubes y el metano, aporta más vapor de agua, así la luz solar favorece su aparición.