¿Por qué 2024 es bisiesto pero el año 2100 no lo será, aunque "debería" serlo?
Este 2024, como casi cada cuatro años, se agregó un día más al calendario, el 29 de febrero, pero ¿sabes por qué ocurre esto? En MeteoRed.mx te lo explicamos.
Desde hace más de dos mil años a febrero se le ha agregado un día extra cada cuatro años para compensar las casi seis horas que se pierden en cada vuelta de la Tierra alrededor del Sol, las cuales no son exactas en términos de días.
La concepción del tiempo como lo conocemos, es una larga historia de la ciencia la cual podría ser el objeto de muchas tesis de licenciaturas o incluso posgrados y aún así no se lograría dar una definición exacta.
Lo que debemos entender es que la noción que utilizamos para medir lo que sucede entre un instante y otro es lo que conocemos como tiempo, el cual está basado en nuestra concepción de los ciclos en los que estamos inmersos, como la vuelta diaria de la Tierra con respecto a sí misma o con respecto al Sol.
De aquí surgieron intervalos para medir el paso de los acontecimientos, los cuales tienen que ver con la fracción de algo, por ejemplo un día es una parte de los poco más de 365 de los que consta un año. O un segundo es una parte de sesenta de un minuto y así sucesivamente.
De las calendas al calendario actual
El entender estos ciclos le llevó mucho tiempo (irónicamente) a la humanidad. La forma más arcaica del calendario como lo conocemos fue instaurada por Rómulo, fundador de Roma para tratar de medir los ciclos lunares. El término viene de la palabra “calendas” que básicamente es el primer día de cada mes.
Dicho calendario consistía de 10 meses lunares, teniendo una duración de 304 días, sin embargo esto presentaba un problema: el desfase de las estaciones. Pasa subsanar este problema entre los siglos VIII y VII a.C., Numa Pompilio, segundo rey de Roma, agregó dos meses más, quedando finalmente en 355 días.
Aún había problemas pues los ciclos lunares no coincidían con los ciclos estacionales, por lo que Tito Livio sugirió que se agregara un mes “intercalar”, es decir que cada dos o tres años, el año tuviera 13 meses, para que al cabo de 20 años se volviera a la normalidad.
Por petición de Julio Cesar en el 46 a. C., el astrónomo Sosígenes calcula que el año solar es de 365 días y 6 horas. Con lo que establece el calendario actual de 365 días en el que cada cuatro años se le agregaría uno a febrero para completar el día faltante, llamándolo Bis Sextus Ante Calendas Martias, es decir, el segundo día sexto antes de las calendas de marzo, de ahí el termino Bissextus o Bisiesto.
Calendario Juliano vs Gregoriano
En 1582, Gregorio XIII comisionó a varios científicos de su época para corregir el desfase que se había ido acumulando a lo largo de los años en esa fracción de día que se perdía y agregaba cada 4 años.
El valor “real” en días que tarda la Tierra en completar una vuelta al Sol es de 365.2421897 días, o lo que es lo mismo 365 días 5 horas 48 minutos y 45.19 segundos. Por lo que no es exactamente 6 horas o un cuarto de día. Once minutos no podrían parecer mucho, pero al cabo de 15 siglos ya eran casi 10 días de desfase.
El calendario Gregoriano toma en cuenta este desfase, aplicando la regla de dejar de agregar el día extra cada 100 años, sin embargo, si hacemos esto cada siglo, al cabo de 400 años, nos faltará un día nuevamente, por lo que, si ese inicio de siglo es múltiplo de 400 sí se le agrega el día extra.
Movimientos y algoritmos
Es por esta razón que 1900 y 2100 no serán bisiestos y el 2000 sí lo fue. Aún con esto, sigue teniendo un desajuste de 26 segundos cada año, por lo que al cabo de 3,300 años se desfasa un día, el cual se tendrá que agregar por ahí del año 4500.
El algoritmo para saber si un año es bisiesto: debe ser divisible entre 4 o entre 400. Los que sólo son divisibles entre 100 no lo son. Además de esto se tiene que considerar que la órbita de la Tierra disminuye su duración en 1.5 segundos cada siglo debido a perturbaciones gravitacionales en el movimiento terrestre.
Esta última razón es por la que en el año 2000 se agregó un segundo a nuestro tiempo, el cual, como vemos. Sigue siendo relativo a nuestra ubicación en el Universo. ¿Te has preguntado cómo sería nuestro calendario si viviéramos, por ejemplo, en Marte?