Nuevas observaciones de una Estrella a punto de chocar con el Sistema Solar, revelan datos impactantes

Astrónomos del VLT han encontrado nuevos datos de la dirección que ha tomado la enana blanca WD 0810-353.

Probable trayectoria de este objeto tanto en el Sistema Solar interior como en el exterior. Crédito: ESO/L. Calçada

¿Cómo será la vida en la Tierra dentro de 29,000 años? A nuestra especie, el Homo sapiens, le tomó decenas de miles de años pasar de ser parte del mundo natural como cazadores-recolectores a comenzar a manipularlo en forma de agricultura.

Por el contrario, nos ha llevado sólo 80 años inventar la bomba atómica, caminar sobre la Luna, crear la World Wide Web, el iPhone y Facebook, triplicar el tamaño de la población mundial y empezar a ver las primeras aproximaciones reales a la inteligencia artificial. El ritmo del progreso sigue creciendo exponencialmente.

Aún así, incluso al ritmo acelerado al que avanza nuestra especie, ¿podríamos hacer mucho para detener una estrella rebelde que se acerca demasiado a nuestro Sistema Solar? ¿Qué pasaría si una lo hiciera? Esta es una situación a la que nuestros descendientes podrían haber tenido que enfrentarse en 29,000 años.

Decimos "podrían" porque, de hecho, probablemente no lo hará. Nuevas investigaciones que utilizan datos del Very Large Telescope de ESO han demostrado que los cálculos eran incorrectos y que, después de todo, WD 0810–353 no se dirige hacia nosotros.

Encuentros cercanos de tipo estelar

¿Alguna vez te has preguntado si otras estrellas podrían acercarse tanto a nuestro Sistema Solar como para agitar pequeños cuerpos en el Sistema Solar exterior?" dice John Landstreet, astrónomo del Observatorio y Planetario de Armagh en el Reino Unido y autor principal del artículo publicado en The Astrophysical Journal a principios de este año.

Lo creas o no, los encuentros cercanos con nuestros vecinos estelares son muy frecuentes en nuestro valiente Sistema Solar, aunque el resultado de tal encuentro puede variar significativamente.

Según algunas estimaciones, más de 40,000 estrellas pueden haber atravesado la nube de Oort a lo largo de la vida del Sol. Nuestro intruso más reciente, conocido como la estrella de Scholz, visitó esta región hace unos 70,000 años, justo cuando nuestros antepasados daban sus primeros pasos fuera de África.

La nube de Oort es una capa gigante de restos helados en el extremo distante del Sistema Solar en una región entre 2,000 y 100,000 Unidades Astronómicas.

Los cometas de período largo emergen de esta nube, y aquí reside el peligro de que otras estrellas la atraviesen: dado que estos objetos están ligeramente unidos al Sistema Solar, sólo se necesita un ligero empujón gravitacional para alterar sus órbitas. Y es posible que al acercarse, envíen algunos de los objetos hacía la Tierra.

¿WD 0810–353, en nuestra dirección?

Para entender por qué los astrónomos pensaron que podríamos estar debido a una ruda intrusión en nuestro pacífico Sistema Solar, primero debemos hablar de Gaia, el telescopio espacial lanzado por la Agencia Espacial Europea (ESA) en 2013. Que realiza un censo de más de mil millones de estrellas en la Vía Láctea, mapeando sus movimientos, luminosidad, temperatura y composición.

En 2022, los astrónomos Vadim Bobylev y Anisa Bajkova analizaron el vasto conjunto de datos de Gaia en busca de estrellas que podrían aparecer en nuestro camino. Y se toparon con la protagonista de nuestra historia, la enana blanca WD 0810-353.

Un cadáver estelar muy caliente y denso que quedó tras la muerte de una estrella similar al Sol. Según las mediciones de Gaia, WD 0810-353 debería llegar a unas 31,000 AU de nuestro Sol dentro de aproximadamente 29,000 años, peligrosamente dentro de la nube de Oort.

Pero a Gaia se le había escapado una pieza crucial del rompecabezas: inusualmente, esta vieja enana blanca también tiene un enorme campo magnético, explica Eva Villaver, astrónoma del Centro de Astrobiología de España y coautora del estudio.

En astronomía, los campos magnéticos son cruciales para comprender muchos aspectos físicos de una estrella y no considerarlos puede llevar a interpretaciones erróneas de los fenómenos físicos.

La velocidad con la que WD 0810-353 se movía hacia nosotros se determinó utilizando un espectro de su luz a partir de observaciones de Gaia. Dependiendo de si un objeto se acerca o se aleja de nosotros, cambiará a longitudes de onda más cortas o más largas, respectivamente. Este proceso se conoce como corrimiento al azul o al rojo.

Representación esquemática de líneas espectrales desplazadas hacia el azul y el rojo. Crédito: NASA

Pero la presencia de un fuerte campo magnético puede tener un efecto profundo en el espectro de una estrella, dividiendo sus líneas espectrales y desplazándolas a otras longitudes de onda. En pocas palabras, si no se tuvo en cuenta el campo magnético al medir la velocidad radial de la enana blanca, entonces la cuestión de si se acercaba hacia nosotros seguía abierta.

¡Crisis evitada!

Las ondas de luz normalmente oscilan en todas direcciones, pero en determinadas circunstancias, como en presencia de un campo magnético, oscilan en una dirección preferida y se polarizan. Utilizando la imagen polarizada de WD 0810-353 para modelar el campo magnético se descubrió que la velocidad de la estrella podría explicarse por el campo magnético.

El equipo utilizó el reductor FOcal y espectrógrafo de baja dispersión 2 (FORS2) instalado en el VLT de ESO en el Observatorio Paranal en el desierto de Atacama en Chile para capturar espectros de alta precisión de la enana blanca, para ver si su intenso campo magnético podría estar sesgando la interpretación de los datos de Gaia.

El instrumento FORS2 en el VLT de ESO en Chile. Crédito: ESO

Descubriendo que la velocidad de aproximación medida por el proyecto Gaia es incorrecta y que el encuentro cercano previsto entre la enana blanca y el Sol en realidad no va a ocurrir. De hecho, es posible que WD0810-353 ni siquiera se esté moviendo hacia el Sol.

Entonces… ¿crisis evitada? Bueno, en la inmensidad del espacio siempre hay un peligro acechando a la vuelta de la esquina. Es casi seguro que en algún momento del futuro recibamos la visita de otra estrella y quién sabe qué estragos podría causar en nuestro pequeño planeta. Por ahora, sin embargo, ¡Este es un peligro cósmico menos del cual preocuparnos!