Los volcanes como una fuente natural de contaminación
Los volcanes son los responsables de los espectáculos únicos que nos ofrece la naturaleza, sin embargo, sus impactos destructivos en la vida humana y en el medio ambiente también mantienen una proporción similar.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma en uno de sus informe que la exposición a contaminantes atmosféricos es directamente responsable del aumento de diversas patologías, como asma, bronquitis, enfermedad coronaria, bajo peso al nacer y malformaciones congénitas.
Las fuentes de contaminación del aire se pueden clasificar como naturales y/o antropogénicas. Aun cuando gran parte de la contaminación es atribuible a la acción del ser humano, también están las fuentes de contaminación natural, en general, de una dimensión mucho mayor que las antropogénicas. Estas fuentes naturales incluyen incendios forestales de causas naturales, tormentas de polvo, contaminantes biogénicos, actividad volcánica, entre otras.
Los volcanes como fuente de contaminantes atmosféricos
Hay más de 1,500 volcanes activos en 81 países. Para los cientos de millones de personas que viven en las cercanías de los volcanes, su presencia es simplemente parte de la vida cotidiana, como las lluvias frecuentes.
Se estima que más del 10% de la población mundial vive en las cercanías de un volcán activo o con actividad histórica, debido a la enorme fertilidad que caracteriza a los suelos volcánicos, lo que nos da una idea de la importancia de este fenómeno tanto en en términos ambientales y desde el punto de vista sanitario.
Para tener una idea del tamaño del vulcanismo como fuente de contaminación del aire, veamos los aproximadamente 540 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2), que se emiten a la atmósfera cada año.
A pesar de todo, esto es una pequeña fracción comparada con la cantidad producida por las actividades humanas. Más del 70% de los gases del volcán son vapor de agua. Sin embargo, además del vapor de agua y el CO2, durante y después de las erupciones, los volcanes liberan otros gases y aerosoles, que son tan o más nocivos para la salud, como el dióxido de azufre (SO2), el ácido sulfúrico (H2SO2), el mercurio (Hg), Aluminio (Al), Plomo (Pb), entre muchos otros.
Además de los gases emitidos a la atmósfera, las cenizas volcánicas, partículas finas de roca volcánica fragmentada (menos de 2 mm de diámetro), que se forman durante las explosiones volcánicas pueden causar irritación en los pulmones y los ojos.
Volcanes y enfermedades respiratorias
Según un estudio de la Universidad de Leeds en el Reino Unido y la Universidad de Islandia, las enfermedades respiratorias aumentaron en casi una cuarta parte después de la erupción de lava del volcán Holuhraun en 2014-2015, una de las erupciones volcánicas más grandes de Islandia.
La erupción de Holuhraun fue una de las más grandes de los últimos 200 años, liberando 11 millones de toneladas de SO2 que se extendieron por Islandia y el Océano Atlántico hacia Europa. Las emisiones que regresan en los días inmediatamente posteriores a las erupciones volcánicas afectan la salud y no se consideran en las respuestas a la amenaza a la salud pública.
Este estudio también demuestra que después de la exposición a emisiones que cambiaron químicamente de gas a partículas finas, los incidentes de enfermedades respiratorias en Islandia aumentaron en casi una cuarta parte y la incidencia de dispensación de medicamentos para el asma aumentó en una quinta parte.
Estos resultados pueden tener implicaciones importantes con el objetivo de tomar medidas para proteger la salud de los 800 millones de personas que viven a nivel mundial cerca de volcanes activos. De hecho, incluso en marzo, el volcán Fagradalsfjall entró en erupción por primera vez en casi 800 años.
Se estima que la exposición a corto y largo plazo a este tipo de partículas finas, tanto humanas como naturales, causa más de tres millones de muertes prematuras en todo el mundo cada año y sigue siendo el mayor riesgo para la salud ambiental en el mundo.
Nuevos hallazgos destacan los riesgos para la salud de los contaminantes que quedan en la atmósfera y las implicaciones para monitorear las emisiones de la actividad volcánica, por lo que existe necesidad de evaluaciones de riesgos para la salud y gestión de la seguridad para la población después de las erupciones volcánicas.
Los resultados publicados por Nature Communications, destacan la necesidad de que las autoridades se preparen para los problemas de salud asociados con las emisiones en los días posteriores a las erupciones volcánicas.