La Luna nos protege del impacto de meteoritos, pero también de cohetes ¿sin dueño?
En 2022 un cohete chocó contra la cara oculta de la Luna: todos creían que pertenecía a SpaceX, pero un nuevo estudio confirmó su verdadero origen.
Desde que pudimos mandar una misión al lado oculto de la Luna en los años sesentas del siglo pasado, pudimos apreciar que la superficie era distinta a la cara que siempre nos muestra nuestro satélite, pues estaba completamente llena de cráteres de impacto.
Esto activó las alarmas de los investigadores y comenzaron a estudiar la frecuencia y el tamaño de los meteoritos que impactan contra nuestro satélite, encontrando que cae al menos uno cada 3 horas, en promedio.
Esto nos hace pensar que la Luna nos ha salvado en varias ocasiones de meteoritos potencialmente peligrosos para la vida en la Tierra, por lo que desde 2017, la ESA lanzó un programa de monitoreo de impacto Lunar (LUMIO) que mapea los bombardeos de meteoritos a medida que ocurren.
No fue sino hasta marzo de 2022, cuando una parte extinta de un cohete espacial impactó cerca del enorme cráter Hertzsprung, en la cara oculta de la Luna, el origen, en principio atribuido a SpaceX, pronto comenzó a arrojar datos preocupantes.
¿Basura Lunar?
Curiosamente, y a diferencia de cualquier otro hardware espacial que terminó en la superficie de la Luna, este dejó no uno sino dos cráteres, lo que generó especulaciones sobre qué fue exactamente lo que encontró su lugar de descanso final en la superficie lunar.
Según Tanner Campbell, estudiante de doctorado en el Departamento de Ingeniería Mecánica y Aeroespacial de la Universidad de Arizona en la Facultad de Ingeniería y primer autor de un artículo publicado en el Planetary Science Journal, el objeto era un propulsor de un cohete espacial chino que había pasado varios años perdido y que probablemente llevaba una carga útil adicional no revelada.
La Luna tiene mucha basura de alta tecnología: restos de naves espaciales que chocan contra la Luna así como varios propulsores de cohetes de las misiones Apolo de la NASA, algo con lo que los futuros astronautas podrían tropezar mientras exploran el frío, tranquilo paisaje lunar.
Algo no cuadra
Siete años antes, investigadores del Catalina Sky Survey dirigido por la Universidad de Arizona, programa encargado de detectar y estudiar asteroides que podrían representar un peligro para nuestro planeta, descubrieron un objeto mientras se movía a gran velocidad entre la Tierra y la Luna. Le asignaron la designación WE0913A, pero se desconocía su identidad.
Según su trayectoria por el cielo, inicialmente se pensó que era un propulsor de cohete SpaceX Falcon 9 errante de un lanzamiento de 2015, con una trayectoria que lo encaminaba hacia la Luna.
Las observaciones iniciales con el Telescopio Raptor, construido por el equipo de estudiantes, y el análisis espectral pronto rastrearon las señales de luz precisas que rebotaban en la superficie del objeto.
Concluyeron que la firma de reflexión de la luz de WE0913A y la forma en que se movía por el espacio hacían más probable que fuera un propulsor de un Chang'e 5-T1, un cohete lanzado en 2014 como parte del programa de exploración lunar de la agencia espacial china.
Si bien la agencia espacial china afirmó que el propulsor del cohete se quemó en la atmósfera de la Tierra al reingresar, el Comando Espacial de EE. UU. confirmó que la tercera etapa del cohete nunca volvió a entrar en la atmósfera de la Tierra.
Chang'e 5-T1
Diseñado como un ensayo para una misión para traer una muestra de suelo lunar de regreso a la Tierra, la nave espacial robótica viajaba sobre un cohete Gran Marcha 3C. La tercera y más alta etapa de ese cohete es el objeto que luego fue identificado como el objeto WE0913A por Catalina Sky Survey.
El propulsor proporcionó el empuje que impulsó las cargas útiles hacia una órbita alrededor de la luna. Una vez gastado, desechó el módulo orbital y la cápsula de retorno de muestras y luego se dejó solo, un procedimiento típico para los propulsores de cohetes una vez que han cumplido su deber.
Si bien el propulsor del cohete es demasiado pequeño para ser detectado incluso por un telescopio de alta potencia, las observaciones arrojaron una curva de luz característica de brillo y atenuación, causada por su rotación.
Al comparar los datos de la curva de luz con simulaciones por computadora de miles de objetos hipotéticos flotando en el espacio, el equipo pudo determinar que WE0913A no era lo que se esperaría de un cohete propulsor.
En otras palabras, el propulsor del cohete debió tener algún tipo de contrapeso a los dos motores, cada uno de los cuales pesa poco más de 500 kilos sin combustible. Más pistas surgieron del impacto mismo: cuando el cohete propulsor se estrelló contra la luna, formó dos cráteres, a unos 30 metros de distancia, en lugar de uno.
¿Seguimiento o espionaje internacional?
Esta situación presenta una necesidad creciente para la exploración espacial: poder realizar un seguimiento del hardware espacial obsoleto después de que haya cumplido su propósito. Para ello, los programas de investigación sobre lo que se conoce como conciencia situacional espacial desempeñan un papel fundamental.
Hay un gran impulso tanto a nivel gubernamental como comercial para ir a la Luna y una vez que se ponen más y más objetos en ella, se vuelve extremadamente importante que no sólo se rastree el objeto, sino que también se conozca lo que van a hacer una vez que lleguen allí.
En cuanto a la carga útil adicional del cohete Chang'e 5 T1, hay muchas posibilidades de que su identidad siga siendo un misterio, pues no tenemos idea de qué pudo haber sido: tal vez alguna estructura de apoyo adicional, o instrumentación adicional, o algo más. Probablemente nunca lo sabremos.