Incógnitas espaciales: ¿Por qué Marte es un planeta sin vida?
Incógnitas surgen sobre nuestros vecinos planetarios. La necesidad de saber si existe o existió vida extraterrestre en el resto de los planetas del sistema solar, es una de los objetivos que quiere explicar la astronomía y otras ciencias espaciales.
La búsqueda de vida en Marte se ha vuelto más urgente gracias en parte a las sondas los Rover's que deambulan por la superficie de Marte. Todos los años, se hacen nuevos descubrimientos reafirman la idea de que alguna vez Marte alberga vida, o que así fue en el pasado.
Conocemos a Marte como el Planeta Rojo, porque su superficie y atmósfera están cubiertas de interminables remolinos de polvo de hierro oxidado gracia una exorbitante cantidad de oxígeno ¡Pero esto no fue siempre así!
Muchas de las misiones destinadas con robots espaciales, que se han enviado al planeta rojo durante más de medio siglo, comprueban que Marte fue alguna vez un mundo que debió tener vida palpable y visible. Las marcas de la evidencia de agua se ven a lo largo de la superficie planetaria de Marte, con antiguas llanuras aluviales, lechos marinos y miles de vestigios rocosos.
Si bien es posible que Marte no haya tenido gran abundancia de agua líquida como la Tierra, las pruebas apuntan a que alguna vez albergó océanos, ríos largos y serpenteantes e incluso un ambiente con días lluviosos y nublados.
¿Cómo se desvaneció la vida en Marte?
Las investigaciones y análisis de Marte indican que es aproximadamente sólo el 11% de la de la Tierra. Esta condición de extension, permite entender que esa pequeña masa planetaria tiene un núcleo se enfrió mucho más rápido de lo que debería, siendo esta una probable causa de su la evidente muerte de su terreno.
Todos los mundos son cálidos. Parte del calor proviene de la desintegración de elementos radiactivos, elementos mezclados dentro de la nube de gas primordial que se condensó hace mucho tiempo para formar nuestro sistema solar. Pero también retienen el calor del propio proceso de formación.
Cada planeta que vemos hoy es el resultado final del colapso de una gran y difusa nube de gas y polvo en un volumen relativamente compacto. Ese colapso provoca fricción y esa fricción genera calor.
Ese calor queda atrapado dentro del cuerpo de un planeta a medida que se forma. La única forma de que ese calor escape es a través del planeta emitiendo radiación al vacío del espacio.
En cuanto a los métodos de transporte de calor, la radiación es, con diferencia, el más ineficiente (un ejemplo tangible, si arrojáramos un cuerpo al vacío del espacio lejos del Sol, tardaría varias horas en congelarse). A medida que los planetas emiten radiación infrarroja, liberan lentamente el calor de su interior y se enfrían.
La Tierra todavía tiene mucho calor de sobra, por dos razones. Primero, nuestro planeta es más grande que Marte y por eso adquirió más calor durante su formación. En segundo lugar, el calor de nuestro planeta está contenido dentro del volumen de su cuerpo, pero el calor sólo puede irradiarse desde su superficie.
Si se duplica el tamaño de un planeta, su superficie se cuadriplica, pero su volumen se vuelve ocho veces mayor. Los planetas más grandes liberan calor más lentamente que los más pequeños.
Nuestro calor mantiene fundido el núcleo de nuestro planeta, y es allí, enterrado a miles de kilómetros bajo la superficie, donde la compleja torsión de elementos cargados como el hierro, que chocan entre sí en un gran fuego agitado, genera el campo magnético de nuestro planeta.
Ese campo magnético desvía el ataque del viento solar, la lluvia siempre presente de partículas subatómicas cargadas que fluyen desde nuestro Sol, manteniendo nuestra atmósfera segura. Sin ese campo magnético protector, perderíamos el aire como semillas de diente de león en la brisa.
Sin esa presión atmosférica, el agua en su superficie hirvió y se evaporó hasta convertirse en gas, donde también quedó atrapada por el viento solar y expulsada del sistema solar.