Conchas fosilizadas revelan cómo serán las estaciones en un clima más cálido como el que se prevé para fines de siglo

El clima de hace 3 millones de años fue similar al que se prevé posible para el año 2100. Ahora las conchas permiten conocer detalles de cómo fueron las estaciones para pensar escenarios posibles en algunas décadas. Todo indica que los veranos se calentarán más rápido que los inviernos.

Fósil
Espécimen fósil de Arctica islandica de la formación Lillo, que se utilizó para las reconstrucciones de estacionalidad. Imagen: Doris Smudde.

Las previsiones del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) indican que un escenario posible es el de un aumento de la temperatura global de hasta 3 ºC para finales del presente siglo XXI. Pero tal como advierte Eos, resulta difícil comprobar cómo se manifestaría ese aumento en los cambios de temperatura estacionales y regionales. Para ello, los recursos para investigar el clima del planeta han resultado de utilidad para echar luz sobre esta incógnita.

Los resultados corroboran las simulaciones climáticas generales del IPCC y sugieren que en el futuro, a medida que la temperatura media aumente unos 3 °C, los veranos podrían calentarse mucho más que los inviernos. Las conchas fosilizadas registraron inviernos unos 2,5 °C más cálidos que las temperaturas actuales de la superficie del mar y veranos unos 4,3 °C más cálidos.


Un grupo de investigadores centró su mirada sobre Europa occidental utilizando técnicas de paleometeorología. Para ello se pudo retroceder unos 3,3 millones de años, una época en la que la Tierra era casi tan cálida como se prevé que será en el año 2100, en busca de pistas.

En concreto, los caparazones fosilizados de la época dan cuenta de las temperaturas regionales estación por estación y muestran que el verano y el invierno no se calentaban al mismo ritmo. Este nuevo estudio se ha publicado en Science Advances.

Las proyecciones de temperatura en épocas pasadas pueden comprobarse a escalas plurianuales con relativa facilidad. Los paleoclimatólogos suelen recurrir a los depósitos de sedimentos para buscar fósiles enterrados o determinados isótopos que puedan indicar las condiciones de temperatura.

Según Niels de Winter de la Vrije Universiteit de Amsterdam y primer autor del estudio, “estos depósitos pueden mostrar cambios a lo largo de mucho tiempo porque la acumulación de sedimentos puede tardar literalmente siglos.

Datos del pasado para comprender el futuro

El Periodo Cálido Piacenziano Medio, hace entre 3,3 y 3,0 millones de años, se caracterizó por temperaturas globales de aproximadamente 3 °C por encima de los niveles preindustriales. Estos valores son similares a las condiciones que se esperan que sean posibles para fines de este siglo. En el estudio se presentan análisis isotópicos estacionales de conchas de moluscos fósiles del Mar del Norte. Y con esa información procesada se llegaron a conclusiones relevantes.

Las pruebas conjuntas de datos y modelos revelan un mayor calentamiento en verano (+4,3° ± 1,0°C) en comparación con el invierno (+2,5° ± 1,5°C) durante ese período. Se pudo demostrar que la amplificación ártica del calentamiento global debilita la circulación estival de latitudes medias al tiempo que intensifica el contraste estacional de temperaturas y precipitaciones, conduce a un mayor riesgo de olas de calor estivales y otros fenómenos meteorológicos extremos en el futuro de Europa.

En concreto, la principal conclusión es que bajo esas condiciones los veranos se calentaron más rápido que los inviernos. Esto generó una mayor amplitud térmica estacional. Winter indicó a Eos que “lo realmente impactante para nosotros como humanos es ver el impacto de un calentamiento de dos o tres grados en los fenómenos meteorológicos extremos de nuestras estaciones”. Las fluctuaciones de temperatura a menor escala pueden ser más difíciles de predecir.

Técnicas de paleoclimatología

Los registros más breves, como los logrados con la información de los anillos de un árbol, pueden servir para averiguar las condiciones estacionales, pero los árboles no se conservan bien durante millones de años. Sin embargo, las conchas fosilizadas sí, por lo que acceder a esa información es más simple utilizando las técnicas disponibles.

Lo que ocurre en el exo-esqueleto de algunos seres registra el ambiente que los rodea. Mientras viven, algunas criaturas marinas registran los cambios estacionales de temperatura a su alrededor en cada nuevo crecimiento anular de su caparazón de carbonato cálcico.

Fosiles dos
Crassostrea gigas, u ostra común moderna utilizada en el estudio como referencia. Imagen: Doris Smudde.

En concreto cada concha ha registrado los cambios ambientales en una escala de tiempo muy corta. Así se puede hacer hacer una instantánea del clima en este periodo cálido, hace 3,3 millones de años.

Para este trabajo se eligieron conchas recogidas en excavaciones portuarias de Amberes, en Bélgica, cerca del Mar del Norte.Los investigadores midieron los isótopos de oxígeno y carbono a lo largo de secciones transversales de las conchas.

El grado en que los isótopos más pesados del oxígeno y el carbono están unidos entre sí y no a otros isótopos más ligeros depende de la temperatura del agua en la que creció cada parte de la concha.

A partir de esta técnica, conocida como termometría de isótopos agrupados, los investigadores pudieron extraer diferencias de temperatura estacionales. Estas cifras sugieren que Europa podría enfrentarse a un calor prolongado en verano en las próximas décadas, unas condiciones a las que la zona ya está teniendo que hacer frente. Una ola de calor récord afectó a la región en julio de 2023, superando las olas de calor de 2022 que causaron 60.000 muertes registradas.

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Referencias de la noticia:

Niels J. de Winter et al. ,Amplified seasonality in western Europe in a warmer world.Sci. Adv.10,eadl6717(2024).DOI:10.1126/sciadv.adl6717