Cómo afectan las estaciones meteorológicas a la observación astronómica. ¿Cual es la mejor temporada?
Las estaciones meteorológicas tienen un impacto significativo en la astronomía debido a varios factores, de los cuales, la principal es la cobertura de nubes y por supuesto la lluvia, que pueden afectar la observación astronómica.
No sólo las nubes pueden afectar una planeación para observar el cielo nocturno, por ejemplo, en invierno, las noches son más largas, lo que proporciona más tiempo para observar el cielo. Mientras que en verano, las noches son más cortas, reduciendo el tiempo disponible para la observación.
Cada estación trae consigo diferentes condiciones climáticas. Por ejemplo, el invierno puede tener cielos más despejados y estables, pero también puede ser más frío, lo que puede dificultar la observación prolongada. En verano, aunque las noches son más cálidas, puede haber más nubosidad y tormentas.
Además la calidad del aire varía con las estaciones. En otoño e invierno, el aire tiende a ser más claro y estable, lo que mejora la visibilidad de los objetos celestes. En primavera y verano, el aire puede ser más turbulento y húmedo, afectando la claridad de las observaciones.
Aunado a lo anterior, se debe considerar que la posición de las estrellas y planetas en el cielo cambia con las estaciones. Esto significa que ciertos objetos celestes sólo son visibles en determinadas épocas del año. Por lo que sólo se cuenta con periodos cortos para hacer observación astronómica de calidad.
La Tierra es un trompo
Lo primero que tenemos que revisar, es por qué ocurren estos cambios, tanto en el clima como en el cielo. Las condiciones climáticas dependen de muchos factores, pero sólo nos enfocaremos en la cantidad de radiación solar que incide en el planeta, y la cual se debe a la inclinación de casi 23.5 grados que tiene el eje de la Tierra.
Planetas como Marte, con inclinaciones similares en su eje de rotación, también presentan estaciones en las que las condiciones climatológicas cambian entre cada una de ellas y, por ende, en cada uno de sus hemisferios hay variaciones en su temperatura y fenómenos atmosféricos.
La Tierra no sólo gira, sino que también orbita alrededor del Sol. La posición de la Tierra en su órbita anual determina sus constelaciones estacionales, porque nuestra perspectiva del cielo cambia estación con estación.
Esto significa que las constelaciones que vemos en invierno, no serán las mismas que se presenten en verano, por ejemplo, en invierno (en el hemisferio Norte), la constelación de Orión es una de las más emblemáticas, mientras que en verano es el escorpión y como plus, el centro de la Vía Láctea, hogar de Sagitario A*.
Primavera, verano
Uno pensaría que en primavera, los cielos son claros, sin embargo la época de lluvias que anteceden al verano empiezan a aparecer, por lo menos en el hemisferio norte del planeta, además de que en verano, las noches son más cortas, esto significa menos tiempo para observar el cielo nocturno.
La atmósfera puede ser más turbulenta y húmeda en verano, lo que puede afectar la claridad de las observaciones. La humedad puede causar que el equipo astronómico se empañe, y la turbulencia haga que las estrellas “parpadeen” más. Sin embargo, las noches suelen ser más cálidas, lo que puede hacer que la observación sea más cómoda.
En verano, hay varias constelaciones que se destacan en el cielo nocturno, especialmente en el hemisferio norte. Algunas de las más notables son:
- El Cisne (Cygnus): También conocida como la Cruz del Norte, es fácilmente reconocible por su forma de cruz.
- Lira (Lyra): Contiene la brillante estrella Vega, una de las más luminosas del cielo.
- El Águila (Aquila): Con la estrella Altair, que junto con Vega y Deneb (en el Cisne) forma el famoso Triángulo de Verano.
- Hércules: Con su característica forma de trapecio.
- El Dragón (Draco): Una constelación circumpolar que serpentea entre la Osa Mayor y la Osa Menor.
Además, ciertos objetos celestes son más prominentes. La Vía Láctea es más visible en el hemisferio norte, ofreciendo vistas espectaculares de cúmulos estelares y nebulosas. También puede ser una buena época para observar lluvias de meteoros, como las Perseidas, que alcanzan su pico en agosto.
Invierno: ¿la mejor época para observar el cielo?
En muchas regiones, octubre marca el final de la temporada de lluvias y el comienzo de cielos más despejados. Esto permite una mejor visibilidad de la Luna. Las noches de otoño suelen ser más frescas y claras, lo que mejora la calidad de la observación astronómica.
El invierno es una excelente época para la observación astronómica debido a las largas noches y las condiciones atmosféricas más estables. Algunas de las constelaciones más destacadas que puedes disfrutar durante el invierno son:
- Orión: Una de las constelaciones más reconocibles y brillantes del cielo invernal. Orión contiene varias estrellas brillantes, como Betelgeuse y Rigel, y la famosa nebulosa de Orión (M42).
- Canis Major: Esta constelación es hogar de Sirio, la estrella más brillante del cielo nocturno. Canis Major representa al gran perro de Orión.
- Taurus: El toro, que incluye a Aldebarán, una estrella gigante roja, y las Pléyades, un hermoso cúmulo estelar visible a simple vista.
- Géminis: Representa a los gemelos Cástor y Pólux, con sus estrellas homónimas siendo las más brillantes de la constelación.
- Auriga: Esta constelación contiene a Capella, una de las estrellas más brillantes del cielo, y es fácilmente visible durante el invierno.
- Perseo: Conocida por la estrella variable Algol y la famosa lluvia de meteoros de las Perseidas, aunque esta última es más visible en verano.
¡A todas estas constelaciones se las llama constelaciones estacionales, porque sólo se pueden ver en determinadas estaciones (en este caso invierno)! Y no solo son hermosas a simple vista, sino que también ofrecen muchos objetos interesantes para observar con telescopios o binoculares.