Cada noche las estrellas nos tocan con un río de luz prehistórica

Cada día, después de la puesta del Sol, bajo el cielo estrellado, el hombre experimenta una inmersión "mágica" en la prehistoria de la luz. Entre la imaginación y la base científica entendemos de qué se trata.

Cielo estrellado
Por la noche las estrellas tocan nuestros cuerpos con un río de luz prehistórica, emitida incluso cuando el homo sapiens se instaló en Europa.

La finitud de la velocidad de la luz se presta bien a numerosos reflejos. En el siguiente artículo te proponemos uno que se adapta bien al periodo estival.

Acuéstate bajo un cielo estrellado

Imagínese tumbarse al aire libre por la noche, en el césped o en la playa, boca arriba y lejos de las fuentes de luz. El cielo estrellado se despliega en toda su belleza ante tus ojos. Son alrededor de 4500 estrellas las que componen este espectáculo, desde las más brillantes, la estrella Sirio, hasta las más débiles que apenas son visibles, todas ellas contribuyen al espectáculo.

Los astrónomos miden el brillo de un cuerpo celeste (ya sea una estrella, un planeta o también un satélite artificial) utilizando la escala de magnitud. Cuanto mayor sea el valor de magnitud, menos brillante será la estrella. Por cada unidad de magnitud adicional, el brillo disminuye 2.5 veces.

En una noche clara y oscura sin luz de luna, las estrellas más débiles visibles a simple vista tienen una magnitud de aproximadamente 6.

De hecho, el número total de estrellas visibles a simple vista es de unas 9,000. Sin embargo, como sólo la mitad de un hemisferio celeste es visible desde cualquier posición, el observador ve la mitad de ellas, unas 4,500.

Hasta donde llega nuestro ojo

Imaginando que todavía estamos acostados, nuestros ojos, pero todo nuestro cuerpo, es alcanzado por el flujo de luz proveniente de cada una de estas 4500 estrellas. Es como estar bajo una lluvia de luz, una lluvia especial de la que sale luz en lugar de agua y donde las estrellas más brillantes aportan más que las menos brillantes.

De hecho, a nuestro cuerpo llega la luz de muchas, muchas más estrellas (incluso la luz de galaxias enteras y distantes). Sin embargo, el flujo de luz de estas estrellas más distantes, aunque llega al ojo y a todo el cuerpo, es tan débil que permanece invisible a simple vista.

Según el fisiólogo Selig Hecht de la Universidad de Columbia, el ojo humano puede detectar un número mínimo de 5 a 7 fotones. Además, el ojo tiene un tiempo de respuesta a estímulos luminosos de entre 20 y 100 milisegundos.

Si una fuente de luz, una estrella muy débil, envía menos de 5 a 7 fotones al ojo en un intervalo de tiempo de más de 20 milisegundos, el ojo no puede verla. Sin embargo, estos fotones emitidos por estrellas invisibles a la vista todavía llegan al cuerpo y también se suman a la lluvia de luz a la que estamos expuestos.

Cielo estrellado
En una noche estrellada, sin luz de luna, nos llega la luz de unas 4.500 estrellas.

La luz puede describirse como una onda electromagnética, pero también como una partícula, llamada fotón.

El brillo de una estrella depende de su luminosidad, es decir, de cuánta luz emite, y de su distancia. Las estrellas muy brillantes pero muy distantes parecen débiles, y viceversa, las estrellas débiles pero muy cercanas parecen brillantes.

Las 4,500 estrellas visibles a simple vista, cuya luz nos inunda por la noche, se encuentran a diferentes distancias de la Tierra, algunas a unos pocos años luz, otras a varios miles de años luz.

Si además consideramos aquellas estrellas cuya luz todavía nos llega, pero que son tan débiles que no pueden ser percibidas por el ojo, entonces sus distancias son mucho mayores, decenas de miles de años luz.

Una lluvia de luz prehistórica

Siempre acostados, mientras contemplamos el cielo, nuestro cuerpo se ve inundado de una mezcla de luces provenientes de muy diversas distancias. En parte, esta luz proviene de estrellas cercanas, que tardaron algunos años luz en llegar hasta nosotros, y en parte de estrellas muy lejanas, que tardaron decenas de miles de años luz.

La velocidad con la que se propaga la luz es finita, tiene un valor aproximado de 300,000 km/s. Un año luz es la distancia que recorre la luz en un año, equivalente a 300,000 km multiplicados por los segundos de un año entero, 31,557.600. En un año, la luz viaja unos 9,5 billones de kilómetros.

Jugando con la finitud de la velocidad de la luz, teniendo en cuenta que la velocidad de las estrellas más lejanas que nos llegan, siempre mientras estamos tumbados, fue emitida hace miles de años, podemos imaginar que esta lluvia de luz es verdaderamente especial.

Lluvia de estrellas
Nos inunda una lluvia de luz, donde fotones jóvenes de algunas décadas se mezclan con fotones prehistóricos.

Es una lluvia de luz prehistórica. Es una mezcla de luz producida hace unas décadas mezclada con la producida hace decenas de miles de años, cuando el primer homo sapiens comenzó a aparecer en Europa.
Es bueno recordar que incluso durante el día nos llega la luz de las estrellas. Sin embargo, el flujo total de luz de las estrellas es sólo unas pocas millonésimas del del Sol.

Si durante el día nos inunda una lluvia de luz solar joven, ya que tarda apenas 8 minutos en llegar hasta nosotros, al atardecer, en cuanto aparecen las estrellas, ocurre la magia: nos inunda una luz prehistórica.

¿Podría ser ésta realmente la magia de la noche?