El temido presagio de los eclipses lunares en las civilizaciones antiguas: un mensaje de los dioses

Esta noche, el cielo de México se vestirá de rojo con un eclipse lunar total o "Luna de Sangre". En las culturas antiguas, este fenómeno era vista como presagio de eventos significativos.

Concepción artística de un eclipse lunar total en un sitió arqueológico maya. Crédito: Zeus Valtierra / Dall-e

Imagina estar en una pradera antigua, observando la Luna llena iluminando la noche. De repente, una sombra comienza a cubrirla, transformando su brillo plateado en un rojo profundo. Los animales se inquietan y las personas miran al cielo con asombro y temor. La Luna se ha teñido de sangre.

Para muchas civilizaciones antiguas, las "Lunas de Sangre" eran mensajes de los dioses. ¿Cómo podía la luminaria nocturna cambiar de color de manera tan dramática? En Mesoamérica, los mayas y los mexicas interpretaban estos eventos como momentos en los que el equilibrio del universo se veía alterado.

Hoy ocurrirá uno de estos eventos, comenzará a las 21:57 horas (hora central de México), empezando su totalidad a las 00:26 horas del 14 de marzo y finalizando a la 01:31. Para observarlo, no se requieren equipos especiales; bastará con un cielo despejado y un lugar sin contaminación lumínica.

Si bien la ciencia moderna nos explica que durante un eclipse lunar total, la Tierra se interpone entre el Sol y la Luna. La atmósfera terrestre filtra la luz azul, permitiendo que solo la luz roja llegue a la superficie lunar, dándole ese tono característico, que para nuestros ancestros, la explicación residía en mitos y leyendas.

El dios sol en los glifos de eclipses, códice Dresde, láminas 55a y 56a. Tomado de Bruce Love, 2017.

Cuando el cielo se oscurece y el tiempo se detiene

Durante un eclipse, algo misterioso sucede: el tiempo parece congelarse. La luz cambia de tonalidad, los colores se apagan y la sombra avanza con una precisión inquietante. En el mundo premoderno, estas alteraciones no eran meros efectos ópticos, sino signos de que el orden del universo estaba en juego.

Las culturas antiguas creían que los eclipses interrumpían el flujo normal del tiempo. En la tradición mesoamericana, se realizaban rituales donde se apagaban todos los fuegos y se encendían de nuevo tras los eclipses solares. Simbólicamente, era como si la humanidad regresara al inicio de la creación, renaciendo junto con la luz.

Los sacerdotes y astrónomos mayas sabían que los eclipses eran eventos cíclicos. Sus cálculos les permitían predecirlos con gran exactitud, plasmándolos en inscripciones y códices. Pero no era sólo conocimiento científico: también implicaba responsabilidad, pues podía interpretarse como presagio de cambios políticos o catástrofes naturales.

En la cosmovisión náhuatl, se creía que la Luna era atacada por seres sobrenaturales, y el pueblo debía hacer ruido para ahuyentarlos y restaurar el orden. Para los mayas, que poseían un conocimiento avanzado de astronomía, estos eventos formaban parte de ciclos predichos y registrados en códices. No eran solo señales de destrucción, sino oportunidades de renovación y equilibrio universal.

Ecos de un pasado estelar

Curiosamente, en distintas partes del mundo encontramos narrativas similares. En la antigua China, los astrónomos imperiales tenían la tarea de prever los eclipses, pues se creía que su mala interpretación podía desatar la ira de los dioses.

Uno de los primeros registros escritos de un eclipse proviene de una tablilla de arcilla en Ugarit, una ciudad fenicia, que documenta un eclipse solar ocurrido en 1375 a.C. Este evento fue tan impactante que quedó plasmado como una advertencia para futuras generaciones.

Primer eclipse solar registrado en una tablilla de arcilla hallada en Ugarit, en la actual Siria, en 1948. El eclipse duró 2 minutos y 7 segundos el 3 de mayo de 1375 a. C. Crédito: museumoflost

Los griegos también quedaron fascinados por los eclipses. Heródoto relata que en el siglo VI a.C., Tales de Mileto predijo un eclipse solar que, según la historia, detuvo una batalla entre los medos y los lidios. El fenómeno fue interpretado como un mandato divino para cesar el conflicto.

Más allá de las narraciones, la predicción de eclipses fue un avance fundamental en la astronomía. Los mayas desarrollaron tablas de eclipses dentro del Códice de Dresde, y los babilonios, con su aguda observación del cielo, lograron anticipar estos eventos mediante patrones astronómicos que después influirían en la ciencia helenística.

Entre la ciencia y el asombro

A diferencia de nuestros ancestros, hoy tenemos la capacidad de predecir eclipses con exactitud milimétrica. Sabemos cuándo y dónde ocurrirán, y entendemos las fuerzas gravitacionales que los gobiernan. Sin embargo, cuando el Sol se oscurece, el asombro es el mismo de hace miles de años.

Los eclipses nos enseñan sobre la mecánica celeste y la interacción entre los cuerpos del sistema solar. Son oportunidades únicas para estudiar la atmósfera solar y otros fenómenos astronómicos. En ese sentido, la ciencia nos da la explicación, pero la experiencia de presenciarlos sigue siendo profundamente humana y emotiva.

Quizá por eso, a pesar del conocimiento moderno, las personas continúan reuniéndose para ver un eclipse. En diferentes culturas, la gente aún celebra y respeta estos eventos, ya sea en festivales, con rituales simbólicos o simplemente con la contemplación silenciosa del cielo.

Los eclipses siguen siendo lo que siempre han sido: ventanas al misterio cósmico. Nos recuerdan nuestra pequeñez en la inmensidad del universo, pero también nuestra capacidad para observar, interpretar y maravillarnos ante la naturaleza. Y tú, ¿cómo disfrutarás del eclipse lunar total de hoy en la noche?