Tour de Francia: amenazado por el calentamiento global
La mundialmente famosa competencia de ciclistas se desarrolla en un entorno que tiene carreteras con 10 °C más que hace 20 años atrás. Un deporte extremo que debe adaptarse al clima extremo.
El Tour de Francia es conocido por los desafíos a los que se enfrentan los ciclistas. Es una de las competencias de más alto nivel y una de las más antiguas, ya que se corre durante los veranos franceses desde 1903. Pero a diferencia de los primeros competidores, los actuales lo hacen en un entorno que está mucho más caliente y los obliga a pensar estrategias para adaptarse al calor extremo.
El "Monsieur Route" del Tour, André Bancalà, comentó en una entrevista que entre las tres ediciones del Tour de Francia de 1999 a 2001 y las tres últimas celebradas en julio (2018, 2019 y 2021), la temperatura media registrada en las carreteras pasó de unos 29,6 °C a 40,1°C.
Hoy los competidores se desplazan sobre caminos diez grados más calientes que hace 20 años atrás. Si los desafíos geológicos y topográficos de la Tierra no son lo suficientemente desafiantes, los ciclistas también se enfrentan a un calor récord.
Bancalà es el responsable de registrar con una pistola las temperaturas del aire y del suelo en tres partes diferentes de la carrera: en el kilómetro cero, a mitad de etapa y justo antes de la meta (en la bandera roja). Esto lo hacen para garantizar que las carreteras no "sudan" por efecto del calor, es decir, no se reblandecen y se vuelven resbaladizas.
“El aumento de la temperatura del suelo se nota más que en el aire porque, me imagino, que el medio grado o grado adicional tiene más impacto en calzadas oscuras”, describe André Bancalà. “Este calor almacenado se transmite luego a los corredores”.
Adaptación a un mundo más cálido
Desde hace algunos años, los equipos trabajan en la implementación de nuevas técnicas que permitan a los deportistas soportar las elevadas temperaturas y evitar el golpe de calor. Los competidores invierten mucho dinero en crear nuevas telas e indumentaria que permitan una mejor circulación del aire y ayuden a refrescar a los ciclistas. Esto mismo también se aplica a los cascos, que se vuelven más livianos y con mayor ventilación.
También se implementaron unos collares y chalecos compuestos de un gel refrescante que contribuyen a disminuir la temperatura corporal. “Solo usamos estrategias de refrigeración durante algunos días del Tour, principalmente en la Vuelta, pero ahora cada vez es más frecuente”, confirma el director de rendimiento del equipo Jumbo, Mathieu Heijboer. “Se le debe recordar a los corredores que beban lo suficiente y controlen el umbral de potasio, que se pierde con la transpiración.”
Condiciones meteorológicas son monitoreadas al detalle por la organización para no exponer al peligro a los deportistas. Antes de cada etapa, un director deportivo hace el recorrido para medir e informar las condiciones de temperatura, viento, fenómenos, etc. Con valores térmicos entre 30 y 35 grados, la competencia se realizará. Más allá de eso, se consideran "temperaturas extremas" , y el protocolo de la Unión de Ciclistas Internacional prevé la posibilidad de un cambio de recorrido o de la cancelación de la etapa.