Suelos amenazados: ¿Cuáles son las consecuencias del cambio climático y el sellado de áreas?

Los suelos sanos son esenciales para un ecosistema funcional y la seguridad alimentaria mundial. Sin embargo, según los expertos, su situación global deja mucho que desear.

Protección del suelo
Nuestros suelos, un activo que vale la pena proteger.

Las consecuencias del cambio climático, el sellado global y la agricultura intensiva están ejerciendo presión sobre el suelo de nuestro planeta. Por ejemplo, trece estados miembros de la UE han declarado que ahora se ven afectados por la desertificación.

El papel de los suelos en el ecosistema


Nuestros suelos almacenan grandes cantidades de carbono. Son un regulador imprescindible para la compensación natural de las emisiones de CO2. Como un filtro de agua, limpian nuestra agua. Su función como fuente de nutrientes para las plantas los hace esenciales para alimentar a la población mundial.

Sin embargo, en la era postindustrial, la humanidad ha perdido de vista el valor de nuestro suelo. La urbanización galopante y los cambios en los hábitos de vida de la gente llevaron al sellado de tierras. Debido a la agricultura intensiva y a las consecuencias ya incipientes y visibles del cambio climático, muchos suelos se encuentran en malas condiciones.

El Atlas de suelos: un informe sobre el estado de nuestros suelos

El estado de nuestros suelos está documentado en el “Soil Atlas” publicado recientemente. Los editores son la Heinrich-Böll-Stiftung, la la Asociación Alemana para el Medio Ambiente y la Conservación de la Naturaleza (BUND) y el TMG Think Tank Sustainability.

Según el Soil Atlas, más del 60 por ciento del suelo de la Unión Europea se considera dañado. A nivel mundial, han perdido entre el 50 y el 80 por ciento de su contenido de humus que es la materia orgánica finamente descompuesta de nuestro suelo. Influye en la calidad del suelo, proporciona nutrientes y promueve la estructura del suelo.

La biodiversidad en el suelo es grande. Una hectárea de suelo podría contener hasta 15 toneladas de pequeños organismos. El presidente del Bund, Olaf Bandt. Considera especialmente perjudicial que en Alemania se pierdan cada día 55 hectáreas de terreno para la construcción de viviendas o zonas de tráfico.

Según Bandt, los suelos agrícolas, forestales y naturales se ven afectados. Debido al sellado del suelo, al desarrollo y la infraestructura asociada, los suelos ya no absorben agua. La diversidad biológica también queda sellada y destruida. Los suelos sellados son vulnerables a inundaciones y aumentan la temperatura del aire en nuestras ciudades y pueblos.

Uso cuidadoso del suelo: una tarea para la agricultura

Los editores consideran fundamental que el suelo sea protegido mediante la agricultura para mantener sus funciones originales. El Soil Atlas cita el cultivo de cultivos intermedios y la evitación de pesticidas como ejemplos de protección eficaz del suelo en la agricultura. La plantación de setos también es un elemento importante para la protección del suelo. Protegen la tierra cultivable de la erosión.

Suelos sanos como respuesta al hambre en el mundo

Cada vez más personas en todo el mundo pasan hambre. En su Informe Mundial sobre la Alimentación, las Naciones Unidas estiman su número en unos 735 millones, es decir, alrededor del 9% de la población mundial. El objetivo de superar el hambre para 2030 parece muy lejano. La gente de las zonas rurales se ve especialmente afectada por el hambre.

Por lo tanto, para ellos, el acceso a un suelo sano y fértil es un factor central para liberarse del hambre y la pobreza. La cantidad de suelo fértil disponible disminuye constantemente. En todo el mundo, el 25 por ciento de los suelos se consideran degradados, lo que significa que sus funciones vitales están severamente restringidas.

Los suelos de España, el sur de Francia e Italia están amenazados por una creciente sequía debido a la desertificación, que de otro modo asociamos con la desertificación en otros continentes.

Debido a la atención unilateral a los fertilizantes minerales, en algunas regiones del mundo, especialmente afectadas por el hambre, los suelos muy ácidos ya no pueden absorber adecuadamente ciertos nutrientes como el fósforo. Sin estos importantes nutrientes, los suelos no son fértiles, lo que inevitablemente conduce a una menor producción de alimentos.

Las turberas también son suelos

El drenaje de las turberas es un elemento importante en la cuestión de la degradación del suelo. En 2021, se liberaron más gases de efecto invernadero por el uso de turberas drenadas en Alemania que por la industria alemana. Rehumedecer las turberas es esencial para la protección del suelo y el clima.

Sobre la lucha por el terreno

Como recurso vital y escaso, los suelos a menudo son objeto de controversia tanto política como económicamente. La inversión en tierras agrícolas por parte de las corporaciones dificulta que las granjas nuevas y más pequeñas adquieran o arrienden tierras. En muchas partes del mundo, la distribución injusta de la tierra es una causa central de la pobreza y el hambre.

En África, Asia y América Latina, el “acaparamiento de tierras” –la apropiación a gran escala de tierras por parte de empresas financieramente sólidas y elites estatales– está desarraigando a las comunidades locales. Sin procedimientos justos para equilibrar los intereses y proteger los derechos sobre la tierra, especialmente para los grupos vulnerables, los conflictos por el uso de la tierra son inevitables.

Las leyes son necesarias

El suelo debe ser tratado en igualdad de condiciones que los bienes protegidos legalmente consagrados del agua y del aire. Para la UE, los editores del Soil Atlas 2024 piden una ley europea independiente de protección del suelo que no se limite solo al monitoreo del suelo. Al igual que con otros recursos limitados y no renovables, necesitamos un uso más eficiente y sostenible del suelo.

Los suelos son nuestra base de vida. Y, sin embargo, rara vez están (todavía) en el centro de atención del debate social y político. El Atlas de Suelos 2024 pretende ayudar a cambiar esta situación, porque es mucho más barato evitar mayores daños a los suelos que restaurar sus funciones vitales con un gran coste.