Sequía y estiaje: ¿cuál es la diferencia?
No toda falta de agua es igual. Mientras que el estiaje es parte del ciclo natural, la sequía es una anomalía que puede volverse una crisis. ¿Cómo diferenciarlas y qué impactos tienen en el mundo?
Si alguna vez has escuchado en las noticias que estamos en "temporada de estiaje" o que "la sequía afecta a varias regiones del país", es posible que te hayas preguntado si son lo mismo. Y no es raro confundirse: ambas hablan de falta de agua, ambas afectan los ríos y ambas preocupan a más de uno cuando las presas bajan su nivel. Pero no, no son lo mismo.
Si miramos el mapa de México en ciertos meses del año, veremos ríos más secos, presas con menos agua y campos que parecen necesitar un respiro. Pero no siempre significa que estemos en una crisis hídrica. A veces es parte del ciclo natural, otras, una señal de un problema mayor.
Distinguir entre estos fenómenos no es solo cuestión de nombres. Detrás de cada término hay impactos distintos en la agricultura, el suministro de agua potable y hasta en la biodiversidad. Entenderlos nos ayuda a tomar mejores decisiones.
La diferencia puede parecer sutil, pero es clave para entender cómo funciona el ciclo del agua y por qué, aunque el estiaje es algo predecible, la sequía nos agarra desprevenidos y nos pone en aprietos. Vamos a desmenuzar ambos conceptos con claridad y sin rodeos.
Sequía: cuando la lluvia nos deja en visto
En 2011, la sequía más severa en 70 años golpeó a México, con casi el 85% del país bajo algún grado de afectación. Los campos de maíz y frijol se secaron, el ganado murió por falta de agua y las presas bajaron a niveles críticos. Fue una crisis tan grande que el gobierno federal declaró emergencia en varios estados.
Pero, ¿qué es exactamente la sequía? Es un fenómeno climático que se da cuando hay menos lluvia de lo esperado en una región durante un período prolongado. Y aquí lo importante es "menos de lo esperado", porque cada zona tiene su propio patrón de lluvias. Si en la selva lacandona dejan de caer aguaceros, es un problema; si en el desierto de Sonora llueve poco, pues... eso es lo normal.
Generalmente, cuando hablamos de sequía nos referimos a la sequía meteorológica (llueve menos de lo habitual). Sin embargo, sus efectos pueden extenderse a otros niveles:
- Agrícola: afecta el crecimiento de cultivos.
- Hidrológica: baja el nivel de ríos, lagos y presas.
- Socioeconómica: impacta directamente a la población, generando crisis de agua y alimentos.
En México, las zonas más afectadas suelen concentrarse en el norte y noroeste del país, donde la falta de lluvias es más frecuente y prolongada. Cuando una sequía se extiende en el tiempo, sus consecuencias pueden ser devastadoras, y el cambio climático puede intensificar estos eventos al alterar los patrones de precipitación y aumentar las temperaturas.
El estiaje: la temporada de vacas flacas del agua
Ahora, el estiaje es otra historia. Se trata del descenso natural en los niveles de ríos y cuerpos de agua que ocurre cada año, especialmente en la temporada seca (noviembre-abril). No es que falte agua de forma anormal, sino que es parte del ciclo: llueve menos y los niveles bajan.
En México, el estiaje suele darse en los primeros meses del año, cuando las lluvias del verano ya se evaporaron y aún no llega la siguiente temporada de aguaceros. Por eso, es normal que de enero a mayo las presas bajen y algunos ríos se vean menos caudalosos.
El estiaje se puede prever, pero eso no significa que no cause problemas. Cuando la demanda de agua es alta y no hay suficiente almacenamiento, pueden surgir restricciones. Es como vivir de los ahorros: si no administras bien el agua de lluvia del año pasado, el estiaje se siente más duro.
¿Entonces siempre van de la mano?
No necesariamente. Puede haber estiaje sin sequía (cuando el descenso de agua es parte del ciclo natural) y también sequía sin estiaje (cuando llueve menos de lo esperado, pero aún no ha pasado suficiente tiempo para que los ríos y presas bajen).
Sin embargo, cuando una sequía se junta con el estiaje, la situación se vuelve crítica. Si no llovió lo suficiente en la temporada pasada, el agua almacenada se acaba más rápido y la sequía agrava el estiaje. Esto es lo que ha pasado en los últimos años en el Sistema Cutzamala, que abastece a la CDMX y que, debido a la sequía, ha enfrentado niveles históricamente bajos durante el estiaje.
¿Y qué podemos hacer?
Tanto la sequía como el estiaje nos recuerdan la importancia de gestionar bien el agua. Aunque no podemos controlar el clima, sí podemos hacer mucho para enfrentar sus efectos:
- Monitorear y anticipar: los pronósticos meteorológicos y los niveles de agua en presas ayudan a tomar decisiones con tiempo.
- Ahorrar agua: cada litro cuenta, sobre todo en épocas de estiaje o sequía.
- Infraestructura y conservación: desde captación de agua de lluvia hasta estrategias de reforestación para mantener los suelos húmedos.
El agua es un recurso vital, pero no inagotable. Entender la diferencia entre estiaje y sequía es clave para saber cómo y cuándo actuar. Así que la próxima vez que escuches estos términos, ya no habrá confusión: el estiaje es parte del ciclo, la sequía es una anomalía, y en ambos casos, la clave está en cómo manejamos el agua que tenemos.