¿Por qué no hay huracanes en Europa? ¿Esto podría cambiar en el futuro? Los científicos responden
Los ciclones tropicales se han convertido en un reflejo del cambio climático, que está modificando los patrones meteorológicos de forma impredecible. ¿Podrían producirse en Europa pronto?
Factores como el calentamiento de los océanos y el fenómeno de «La Niña» están generando condiciones que podrían dar lugar a ciclones más intensos y duraderos, algo de lo que vienen alertando desde hace varios años los expertos en climatología.
¿Podría el cambio climático provocar la formación de ciclones tropicales en Europa?
Los ciclones tropicales, sistemas de bajas presiones de rápida rotación que se originan en los océanos tropicales (aguas cálidas), tienen un gran poder destructivo. Dependiendo de su velocidad de desplazamiento, tamaño e intensidad, y se denominan huracanes o tifones, según la región en la que se produzcan.
Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), un ciclón tropical se considera huracán si se forma en el Atlántico o en el noreste del océano Pacífico y se denomina tifón si se forma en el noroeste del Pacífico. En otras zonas, como el Pacífico Sur y el Índico, el término genérico es ciclón tropical.
La temperatura del agua del mar es un factor esencial, ya que los huracanes necesitan aguas cálidas, normalmente por encima de los 26-27 grados centígrados. Además, una cizalladura del viento baja (diferencia de velocidad o dirección del viento a distintas altitudes) es esencial para que se desarrollen los sistemas tormentosos. En las zonas cercanas a Europa, la cizalladura del viento suele ser mayor, lo que impide la formación de ciclones tropicales.
Según los autores de un artículo de la revista National Geographic, aunque el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) afirma que es poco probable que aumente el número total de ciclones tropicales, es muy probable que éstos alcancen categorías más intensas, lo que provocará mayores daños e impactos.
Si la temperatura aumenta 1,5 ºC por encima de la era preindustrial, el número de ciclones de las categorías superiores podría aumentar un 10%. Con un calentamiento de 2 oC, este número podría alcanzar el 13%, y el 20% si la temperatura aumenta 4 oC grados.
Además del aumento de la intensidad de los ciclones tropicales, también es preocupante que puedan llegar cada vez más al norte, debido al incremento de la temperatura de los océanos, alcanzando latitudes septentrionales a las que normalmente no llegan.
Ciclones como Vince y Delta (2005), Gordon (2006), Ophelia (2017), Leslie (2018) y Alpha (2020) se acercaron peligrosamente a esas regiones.
Hablando de Europa, no hay que olvidar el Mediterráneo, donde también se producen los llamados «medicanes» (huracanes mediterráneos), que se asemejan a los huracanes, aunque con menor intensidad y duración. Estos fenómenos están causados por un fuerte gradiente de temperatura en una bolsa de aire frío en la atmósfera, en lugar de estar alimentados por altas temperaturas en la superficie del mar.
A pesar de las incertidumbres, es importante darse cuenta de que la forma en que se manifiestan los fenómenos meteorológicos extremos está cambiando. Las inundaciones y las olas de calor son dos ejemplos. Si se quiere evitar poner en peligro vidas humanas, no hay que olvidar que el mundo está cambiando.
La Niña provoca un aumento de los huracanes en el Atlántico
El Niño-Oscilación del Sur (ENOS) es uno de los fenómenos climáticos más importantes de la Tierra por su capacidad para alterar la circulación atmosférica mundial.
Según algunos estudios científicos, «La Niña», que representa la fase fría del fenómeno de El Niño, con un enfriamiento anómalo de las aguas superficiales del Pacífico central y oriental como consecuencia de un reforzamiento de los vientos alisios, afecta a los patrones atmosféricos globales, incluida la actividad de los ciclones tropicales.
Durante los fenómenos de La Niña, las condiciones en el océano Atlántico se vuelven más favorables para la formación de huracanes, ya que disminuye la cizalladura del viento, lo que permite que las tormentas se organicen con mayor facilidad y evolucionen más fácilmente hasta convertirse en huracanes.
La Niña también suele asociarse a un aire más seco en la alta atmósfera sobre el Pacífico tropical, lo que puede provocar un aumento de la humedad en la región atlántica. La situación es diferente en el Pacífico oriental, donde La Niña suele aumentar la cizalladura del viento, lo que tiende a disminuir la actividad de los ciclones tropicales en el Pacífico.