Parásitos: ¿Cómo viven las inundaciones la clase oprimida?
¿Cómo invertir en prevención cuando no se puede acceder a empleo? Reflexionamos al respecto de una escena meteorológica de la película Parásitos y cómo la pobreza aumenta el riesgo de desastre.
La meteorología tiene un lugar cotidiano en nuestras vidas, la tenemos casi interiorizada por lo que no es tan común que nos percatemos del impacto en el día a día. Y aún más importante qué efecto tiene dependiendo de múltiples factores, como lo es la condición económica.
Para aproximarnos más a este tema, tomemos de ejemplo a Parásitos, una película surcoreana ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes en 2019, la cual nos muestra a dos familias de clases sociales distintas, mientras una posee múltiples lujos, en la otra vemos a todos sus integrantes desempleados y con necesidades no cubiertas.
Pero… ¿Qué tiene que ver los efectos de la lluvia con la lucha de clases?
En una escena crucial de la película hay una fuerte tormenta, entonces las dos clases sociales la afrontan de formas totalmente diferentes. Para la familia proletaria simboliza la inundación por aguas residuales de su vivienda, la pérdida de sus pertenencias y la necesidad de asistir a un albergue temporal para buscar donde bañarse, dormir y conseguir ropa donada.
Por otra parte, la familia burguesa apenas identifica este acontecimiento como un contratiempo en un campamento infantil, regresando a su casa a escoger ropa limpia, disfrutar la caída de la lluvia en su sala y al siguiente día mostrarse afortunados por los cielos libres de contaminación, gracias a la gran cantidad de precipitación que limpió la atmósfera.
Vulnerabilidad económica
En Parásitos notamos que la pobreza aumenta el riesgo de desastre, pero ¿Cómo se sale de la pobreza en el sistema capitalista? ¿Cómo se está más preparado ante el impacto de los fenómenos naturales cuando no hay oportunidades de empleo? Y ¿Qué pasa cuando son miles las familias que diariamente deben decidir entre invertir en prevención o comer?
Por todo lo anterior, se habla que los desastres no son naturales, sino socialmente construidos, sustentados en la desigualdad inherente de nuestro sistema. En este sentido, los gobiernos están obligados a no permitir asentamientos irregulares y a mitigar el riesgo de los ya existentes a través de acciones como la reubicación, otros estructurales y sistemas de alerta temprana. Mientras esto no ocurra, seguiremos buscando a quién hacer responsable de la pérdida de vidas humanas y económicas.