Nueva explosión de gas en Siberia

Nuevamente Rusia está lidiando con otro desastre ambiental después de que una vieja instalación dejo escapar gas muy contaminante cerca de las áreas rodeadas por permahielo Ártico, esto ocurre a finales de octubre en la costa del este de Siberia.

Nuevo Crater Siberiano
Uno de los cráteres que se abrieron recientemente en la Península de Yamal, tras la explosión de una bolsa de gas subterránea.

Después del terrible verano que acaba de pasar, la situación del hielo marino en el Ártico ruso se vuelve cada vez más desastrosa. Llegamos a noviembre y, a pesar del inicio de la estación fría, los mares alrededor de Siberia parecen totalmente libres de hielo y navegables.

Recordemos que este año la extensión del hielo marino del Ártico fue menor que el promedio documentado durante los meses de verano en el período 1981-2010. Desde este punto de vista, solo 2012, año en el que se registró la extensión mínima, logró ser un ano peor que el ahora 2020.

Una nueva burbuja de metano ha explotado en el Ártico de Siberia

Rusia está lidiando con un desastre antropogénico más que afecta directamente al medio ambiente, después de que a principios de esta semana frente a la costa de Siberia oriental, en el Océano Ártico una enorme burbuja de metano se filtró de los depósitos almacenados en el permahielo a una profundidad de aproximadamente 350 metros.

Según un centro de monitoreo local, la concentración de metano registrada en el área afectada es más de 400 veces mayor que la normal. Un equipo de científicos ambientales presentes en el barco de investigación R/V Akademik Mstislav Keldysh se querían asegurar que la concentración de metano supera las cantidades normales siendo incluso muy mortal para diferentes especies.

La liberación de metano en el Ártico preocupa profundamente a los conocedores, quienes creen que este proceso podría acelerar aún más el calentamiento global e influir negativamente en los efectos del cambio climático localizado de Siberia.

En septiembre otra explosión similar

Solo en septiembre pasado, en Siberia, se abrió un cráter de 50 metros de profundidad, debido a la explosión de una ducto de gas natural Metano. Ya se habían observado quince casos similares desde 2014. La formación de burbujas de gas bajo tierra en el extremo norte de Siberia según expertos es una consecuencia del calentamiento del región. A fines de junio, se registraron temperaturas récord de + 38°C en algunas áreas, lo que también desencadenó grandes incendios en la tundra.

Este tipo de explosiones generalmente ocurren en estructuras bien conocidas por los estudiosos de la morfología glacial. Son residuos de hielo enterrados bajo el permafrost, que con la alternancia de derretimiento y congelación deforman la superficie como un pan cocido.

Las consecuencias del calentamiento global

El calentamiento derrite aceleradamente el permahielo (el suelo perpetuamente congelado que se formó al final de la última glaciación). El permafrost o permahielo, contiene un porcentaje considerable de materia orgánica que, una vez descongelada, es atacada por microorganismos que favorecen la formación de metano y otros gases naturales, que se suman a los que han quedado atrapados y congelados durante decenas de miles de años, volviéndolos muy contaminantes.

Un estudio reciente estimó el carbono contenido en el permafrost ártico en alrededor de 1,500 mil millones de toneladas que debido a la alta presión interna en cierto punto puede explotar y formar un cráter profundo.

Península de Yamal

La presencia de metano en suelo siberiano ciertamente no es nueva. Pero lo que más preocupa a los académicos es la cantidad de estas burbujas. De hecho, el número es impresionante, son unas 7,000 burbujas. La mayoría de estos están presentes en un territorio limitado, principalmente en el área de la Península de Yamal y Gydan.

Los análisis y estudios realizados sobre muestras territoriales relativas a burbujas que ya explotaron han arrojado resultados impactantes. Los resultados obtenidos son preocupantes ya que la concentración de metano está muy por encima de la norma, 1,000 veces superior a la normal, así como el dióxido de carbono liberado, que es 25 veces superior, volviéndose una región mortífera para muchas especies animales.