La víctima olvidada de todas las guerras: el ambiente
Más del 20% de la población mundial vive en zonas afectadas por conflictos, donde se cuentan los muertos, los heridos y las infraestructuras destruidas. Nadie considera el daño sobre el ambiente.
En el primer año de conflicto en la invasión rusa a Ucrania, las pérdidas económicas por la contaminación de la tierra, el agua y el aire han ascendido económicamente a 51.400 millones de dólares. Se estima en 600 las especies de animales y 880 las de plantas en peligro de extinción. Casi el 40% de la tierra cultivable de Ucrania (6º lugar en superficie de suelos fértiles en el mundo), no está disponible para su aprovechamiento.
Pozos de agua contaminados, quema de cultivos, bosques talados, suelos envenenados y animales sacrificados: todo ha sido válido para obtener una ventaja militar, y esto sucede desde el inicio de los tiempos.
Más del 90% de los principales conflictos armados ocurridos entre 1950 y 2000 se produjeron en países que contenían puntos críticos de biodiversidad, y más del 80% de esos conflictos tuvieron lugar en esos puntos críticos, poniendo en riesgo su conservación.
Devastadora huella ambiental de los conflictos
Y es que cuando se agrede al ambiente, no solo está en juego la supervivencia del hombre, sino la de muchas especies. Los diferentes conflictos han conducido a la pérdida de ecosistemas y recursos naturales muy valiosos. Estos son algunos de los bienes naturales que han sido destruidos o afectados como consecuencia de guerras o conflictos armados:
- Primera (1914-1918) y Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Se arrojaron al Mar del Norte y el Báltico alrededor de 1.6 millones de toneladas de armamento y municiones, que han liberado compuestos tóxicos que ponen en peligro la vida de los ecosistemas marinos. En 2011, un informe reveló que los niveles de plomo y cobre en el suelo de ciertas áreas alrededor de Ypres, un gran campo de batalla en Bélgica durante la Primera Guerra Mundial, excedían los umbrales de saneamiento.
- Guerra de Vietnam (1961 -1971). Durante este conflicto se utilizaron productos químicos, como el agente naranja, con los que se rociaron vastas extensiones del sur de Vietnam para despejar el paso por la selva, destruyendo de manera deliberada los bosques de ese país, impactando en el suministro de alimentos en Vietnam y conduciendo a un aumento de la contaminación y la erosión del suelo.
- Guerra Fría (1947-1991). Más de 2.000 ensayos nucleares, el “incidente de Palomares” en España, el accidente de Chernóbil, son algunas de las consecuencias ambientales de este conflicto político – ideológico entre Estados Unidos y la ex Unión Soviética, que llevarán decenas de miles de años remediar.
- Guerra Civil de Mozambique (1977-1992). La densidad de la población de nueve grandes herbívoros (elefantes, cebras, hipopótamos y búfalos entre otros) disminuyó en más del 90% en sectores, colapsando las poblaciones de algunos carnívoros y modificando a su vez la conducta de sus presas, en un claro ejemplo de efecto en cascada.
- Guerra contra el Estado Islámico (2014-2019). En 2017, el Estado Islámico incendió pozos de petróleo y una fábrica de azufre cerca de la ciudad iraquí de Mosul, los que generaron humos tóxicos que envenenaron a la gente y el paisaje.
- Conflicto interno en Colombia (1960-presente). La explotación irregular de las minas de oro y la extracción ilegal de otros recursos naturales a manos de las Fuerzas Armadas Revolucionaras (FARC) han provocado la contaminación por mercurio de ríos y tierras.
En Afganistán se han registrado tasas de deforestación del 95% en los últimos años, mientras que en República Democrática del Congo y Sudán del Sur, grupos de rebeldes instalados en puntos importantes para la biodiversidad han provocado talas ilegales, caza furtiva masiva y cría de especies invasoras.
En Gaza, Yemen y en otros lugares, los daños a la infraestructura hídrica, como pozos subterráneos, plantas de tratamiento de aguas residuales, estaciones de bombeo o plantas de desalinización, dejaron a las poblaciones al borde del colapso.
Causas y efectos de la guerra en el ambiente
Casi la mitad de los conflictos internos de las últimas seis décadas en todo el mundo se han visto motivados por la búsqueda de recursos y espacios naturales, ya sea por su valor comercial (como en el caso del oro y los metales preciosos, los diamantes, minerales o el petróleo) como por su escasez (son ejemplos el agua o la tierra fértil).
Además, la degradación del medio ambiente exacerba este tipo de guerra por conquista de recursos. De hecho, el riesgo de recaída en conflictos por los recursos naturales de subsistencia cada vez más escasos se duplica con respecto a otros casos.
Por todo esto, en 2001, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 6 de noviembre como el Día Internacional para la prevención de la explotación del Ambiente en la guerra y los conflictos armados, una fecha que pretende proteger el ambiente en situaciones de conflicto.
Es fundamental que la preservación del ambiente forme parte de las estrategias para la prevención de conflictos y mantenimiento de la paz, ya que se ha comprobado que la paz nunca puede ser duradera si los recursos naturales que sostienen los medios de subsistencia y los ecosistemas son destruidos.