Indicativos de la temporada de frío
Conforme avanza el otoño, el frío aumenta día con día, hasta terminar la estación con tiempo invernal. El enfriamiento se manifiesta gradualmente y en distintas formas, un claro indicativo son el cambio de ropa y en el color de las hojas de los árboles.
Está comenzando la etapa de transición de caluroso y fresco a frío, las bajas temperaturas son un indicativo de que la temporada invernal está cerca. La reducción de las horas de luz y los cambios que van produciéndose en la circulación atmosférica, se encargan de que así sea. Algunos años, el frío invernal llega antes del inicio oficial del invierno, de forma transitoria o bien duradera. Son muchas y muy diversas las manifestaciones de la llegada de los fríos que marcan el comienzo previo del invierno.
Desde el mes de septiembre comienza el acortamiento de los días – teniendo como principal consecuencia un mayor enfriamiento nocturno, lo que se traduce en una marcada diferencia de temperatura entre las horas centrales del día y las de los extremos (primeras y últimas horas), lo que nos complica la vida a la hora de elegir la ropa más adecuada. Las mañanas frescas o frías, nos indican el uso de los primeros abrigos ligeros y el calor a partir del mediodía te invita aligera nuestra vestimenta.
Al comenzar a elegir el outfit del día comienzan las posibles complicaciones ya que o bien podemos tener frío y más tarde comenzar a tener calor. Tras cargar gran parte del día con un chamarra o suéter, el calentamiento diurno hace que en ocasiones extrañemos la manga corta, y terminamos arrepintiéndonos por no elegir la vestimenta adecuada.
Hay muchos indicadores que nos anuncian la llegada del frío. Cambios en el color de las hojas de los árboles previa a su caída, la escarcha en los toldos de los autos, o el rocío congelado en la parte exterior de los ventanales; por otra parte, nuestros ancestros se dieron cuenta de que los colores del cielo, tanto a la salida como a la puesta del sol, daban pistas sobre el tiempo venidero. En particular, un crepúsculo de marcado color violeta es anunciador de frío, ya que la mayor sequedad del aire a baja temperatura, modifica la manera en que se dispersa la luz al atravesar la atmósfera.
Rocío nocturno que se ha helado por la mañana
Las primeras heladas hacen que la época el invierno llame definitivamente a la puerta, lo que también tiene su reflejo en un importante cambio de paisaje. La aparición de la escarcha, blanqueando la cubierta vegetal que hay a ras de suelo, es uno de los indicadores del frío por excelencia. Si bien es un meteoro ligado a la estación invernal hace acto de presencia en a mediados o en el último tramo del otoño.
La escarcha está constituida por infinidad de minúsculos cristales de hielo, consecuencia de la sublimación del vapor de agua presente en el aire, al entrar en contacto con una superficie fría sobre las que se dan las condiciones de saturación. La evapotranspiración que tiene lugar en las hojas de las plantas aporta el vapor de agua extra necesario para que se den las citadas condiciones, y el descenso de la temperatura del aire por debajo de 0 ºC en las cercanías del suelo, hace el resto.
Después de una noche fría en las que llega a helar, es bastante común encontrarnos por la mañana pronto, al salir de casa para ir al trabajo, nuestro coche con el parabrisas delantero y/o trasero cubierto de una capa de escarcha opaca y endurecida, que, en ocasiones, cuesta bastante trabajo de desprender. Si la humedad ambiental durante la madrugada ha sido elevada, mayor será el grosor de esa capa de hielo, cubriendo incluso la chapas metálicas del vehículo y los cristales laterales. La solución mas eficaz para eliminar el hielo de los cristales, es verter sobre ellos una mezcla de agua y alcohol, cuyo punto de congelación es muy inferior a los 0 ºC.
En ocasiones podemos observar que se ha formado la capa de hielo en la parte superior del vehículo, pero no ha llegado a helar, sin que la temperatura haya bajado en ningún momento de 2 o 3 ºC. En estos casos, la escarcha logra formarse sobre la chapa metálica, debido a la gran pérdida de calor que tiene lugar en ella durante esa noche fría (casi helada), lo que hace que justamente ahí, a ras del metal, sí que llega a bajar la temperatura ligeramente por debajo de los 0 ºC, produciéndose la sublimación del vapor de agua.