Familia, higiene y cultura ¡Los animales también tienen sus tradiciones y nosotros los estamos amenazando!
Proteger a los animales se está volviendo esencial en un mundo donde la biodiversidad está cada vez más amenazada. ¿Cuáles son las tradiciones que transmiten los animales? ¿Cómo pueden afectarles las actividades humanas?
Es un descubrimiento que revoluciona nuestra comprensión de la naturaleza: los animales tienen sus propias culturas y las transmiten de generación en generación. Todo empezó en los años 40, con el estudio del comportamiento de los macacos japoneses. Desde entonces, hemos seguido ampliando nuestros conocimientos sobre este tema. El problema es que estas tradiciones están amenazadas.
La cultura no es prerrogativa de los humanos.
Fue en 1948 que un primatólogo japonés se propuso con sus alumnos observar el comportamiento de los macacos en su entorno natural, ¡y sus descubrimientos fueron fascinantes! De hecho, estos monos tienen una estructura social compleja, con un clan familiar y una jerarquía de dominancia. Lo más sorprendente fue que en 1952 observaron a una hembra lavando batatas en un río antes de comérselas.
Los investigadores caracterizaron inmediatamente este comportamiento como una manifestación de "protocultura", es decir, la primera forma de cultura adoptada por un grupo de individuos. En otras palabras, ¡la cultura no es sólo para los humanos! Además, el lavado de los alimentos se fue transmitiendo gradualmente a todos los macacos y luego a otras especies animales.
También se han observado entre nuestros amigos macacos otros comportamientos asimilados a tradiciones culturales: bañarse en manantiales de agua caliente, rodear con ciervos o incluso utilizar herramientas. Desde los años 40, nuestro conocimiento de la cultura animal se ha ampliado, incluyendo delfines, ballenas y determinadas aves e incluso abejorros que también tienen sus propias tradiciones.
La amenaza de las actividades humanas
Sin embargo, ¡estos comportamientos culturales, estas tradiciones, están en peligro! El cambio climático, la fragmentación del hábitat e incluso la simple presencia de humanos son factores desestabilizadores de las condiciones de vida y de las interacciones sociales entre los animales. Y con estas disrupciones se trastoca toda la cadena de transmisión de estos comportamientos (de generación en generación).
En última instancia, es la diversidad animal, genética pero también cultural, la que podría colapsar si el intervencionismo humano continúa, en particular alterando las estrategias de alimentación de los animales: no, no es bueno distribuirles alimentos, ya que esto puede desestabilizar el bienestar y estructura social de la especie.
Por lo tanto, en las próximas décadas tendremos que encontrar un equilibrio entre el respeto por las culturas animales y los efectos negativos de las actividades humanas. Para ello, las políticas de conservación y salvaguardia tendrán que integrar una comprensión de las necesidades y tradiciones específicas de las especies animales. Los científicos ya están pensando en crear un “capital animal” cultural para cada especie, algo que los instrumentos legales internacionales deberán tener en cuenta.