El "cisne verde", la crisis financiera del cambio climático
Para los economistas, tanto el cambio climático como una agenda demasiado activa contra el calentamiento global podrían desencadenar una crisis financiera, a la que los especialistas bautizaron como “cisne verde”.
Esta semana el Banco de Pagos Internacionales (BPI), una organización internacional financiera propiedad de numerosos bancos centrales, publicó un informe en el que se habla del “cisne verde”. El término se refiere a una serie de sucesos relacionados con el cambio climático que puede desencadenar una crisis financiera. Esta expresión proviene de otra usada desde hace unas décadas: “cisne negro”, para referirse a sucesos muy raros y poco previsibles que ponen en jaque a la economía, como fueron la crisis financiera del 2008 o la crisis de la burbuja puntocom.
El informe explica que los eventos meteorológicos extremos o situaciones como los incendios de Australia provocan grandes costos ya que desencadenan recortes en la producción, aumento de los precios, inclusive la destrucción de fábricas y empresas, condiciones que detienen el crecimiento económico. Con el cambio climático la especulación del mercado y el aumento del riesgo ante eventos meteorológicos, son cada vez más frecuentes e intensos, pudiendo desencadenar la huida del capital en algunos sectores económicos, y llevar a una crisis financiera.
Los economistas también advierten que abandonar un activo - bienes o recursos de las empresas que aportan un rendimiento económico- posiblemente desencadene un efecto cascada de activos abandonados. En resumen, el pánico contagia a otros inversores que terminan tirando activos a la basura, y fácilmente la crisis pueden expandirse fuera del área inicialmente afectada y alcanzar a muchos otros sectores de la economía.
Riesgos económicos del cambio climático
Los inversores no solo le temen a los fenómenos extremos, sino también a la posibilidad de una lucha demasiado activa contra el cambio climático. El informe también menciona el miedo del mercado a un cambio abrupto en las regulaciones o a la prohibición para extraer combustibles fósiles. Ante estas posibles medidas, una gran fracción de las reservas de combustible no se van a extraer y se convertirían en activos abandonados, lo que traería consecuencias para el sistema financiero.
Pero a pesar del tambaleo al mercado que podrían significar las políticas duras y rápidas para frenar el calentamiento global, los especialistas aclaran que una acción demorada y débil para mitigar el cambio climático conduciría a riesgos físicos más altos y potencialmente catastróficos, sin necesariamente eliminar por completo los riesgos.
Según estas declaraciones, para los economistas del Banco de Pagos Internacionales la mejor de la opciones parece ser mitigar los impactos del cambio climático. Considerando que los inversores del “banco de los bancos centrales”, como se conoce al BPI, son los que manejan el mercado del mundo, lo ideal sería esperar a que no reaccionen demasiado tarde y destinen algo de dinero al desarrollo sustentable.