Día Mundial de Concienciación sobre los Tsunamis 2023: Luchar contra la desigualdad para lograr un futuro resiliente

En el último siglo solo se han producido 58 tsunamis y se han cobrado más de 260,000 vidas. Por término medio, cada catástrofe ha causado la muerte de 4,600 personas, más que cualquier otro desastre natural (Naciones Unidas, 2022).

Tsunami
La palabra tsunami, está formada por las palabras japonesas "tsu" (puerto) y "nami" (ola).

Durante el mes de diciembre en el 2015, en la reunión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, se estableció que el 5 de noviembre era el Día Mundial de Concienciación sobre los Tsunamis. El propósito de esta fecha, es concienciar sobre la necesidad de reducir los riesgos asociados a los tsunamis y aumentar el grado de preparación de las comunidades.

El Día Mundial de Concienciación sobre los Tsunamis 2023 coincide con la puesta en marcha de la iniciativa Alertas Tempranas para Todas las Personas del Secretario General de las Naciones Unidas. La iniciativa Alertas Tempranas para Todas las Personas pretende que cada persona del planeta esté protegida por sistemas de alerta temprana para 2027.

En todo el mundo, 700 millones de personas que residen en zonas costeras bajas o pequeños estados insulares en desarrollo están expuestas a fenómenos extremos por cambios en el nivel del mar, especialmente los tsunamis (Organización Mundial de la Salud, 2019).

El desastre más mortífero y devastador de urbes de nuestro planeta

A pesar de que los tsunamis no ocurren con frecuencia, las consecuencias pueden ser devastadoras. En los últimos 100 años, se han registrado 58 tsunamis que han ocasionado la pérdida de 260,000 vidas, lo que representa un promedio de 4,600 vidas por cada evento, una cifra que supera la de cualquier otro desastre oceanográfico (Naciones Unidas, 2022).

Destrucción Japón Tsunami

Los más afectados son las familias pobres y las personas vulnerables

Como todo desastre, los tsunamis causan un impacto desigual y único en la población afectada. Tanto el nivel de pobreza como la exposición, la discriminación y otras situaciones de vulnerabilidad determinan en gran medida qué poblaciones son más propensas a verse afectadas y de qué modo.

Por ejemplo, después del tsunami que se produjo en 2004 en el océano Índico, que afectó a 12 países, Oxfam detectó que era más probable que el agua arrastrara las frágiles viviendas de las familias pobres, mientras que las viviendas de ladrillo de las familias más ricas eran más resistentes. Además, los rescatistas tardaron más en acceder a las poblaciones pobres de regiones remotas, que a menudo no disponían de personal de salud ni de atención médica (Oxfam, 2005).

Normalmente, algunas poblaciones específicas, como las mujeres; los niños, las niñas y los jóvenes; las personas con discapacidad, y las personas mayores, se enfrentan a mayores dificultades tanto durante como después de un tsunami.

Las investigaciones revelaron que, durante el terremoto y el tsunami en el océano Índico de 2004, el 70% de las víctimas mortales fueron mujeres.

Es posible que muchas no sobrevivieran por motivos culturales, porque antepusieron la seguridad de otros miembros de la familia a la suya propia o porque no sabían cómo protegerse (Rahiem, Rahim y Ersing, 2021).

El gran terremoto y tsunami del Japón oriental de 2011 es otro ejemplo del impacto desproporcionado que estos fenómenos pueden tener sobre distintos sectores de la población. En un estudio se observó que el 64.4% de las víctimas mortales fueron personas mayores, principalmente debido a la movilidad reducida, la menor fuerza física y la evacuación tardía (Sawai, 2012).

Las consecuencias de un tsunami son más graves para las poblaciones vulnerables

Las secuelas pueden llevar a millones de personas a la pobreza, y quienes ya son vulnerables las sufrirán con mayor probabilidad. La pérdida de vivienda después de un tsunami puede hacer que las personas queden expuestas a insectos, calor y otras amenazas ambientales, así como causarles lesiones traumatológicas y un acceso deficiente a la atención médica.

Dado que las tierras agrícolas suelen quedar inundadas después de un tsunami, la escasez de alimentos y la falta de medios de subsistencia se convierten en factores de estrés adicionales para quienes ya se encuentran en situación de pobreza. Algunas regiones sufren descensos bruscos de los ingresos procedentes del turismo, lo que contribuye a desestabilizar la economía.

Las personas que viven en la pobreza suelen carecer de ahorros y de acceso a servicios fundamentales como financiación o seguros, lo que dificulta aún más su recuperación. Para corregir estas desigualdades se requieren medidas generalizadas; por ejemplo, garantizar que todas las personas tengan acceso a información y servicios que puedan protegerlas antes, durante y después de un tsunami.

Deben adoptarse medidas más específicas para luchar contra los factores subyacentes que aumentan el riesgo de desastres, como las consecuencias de la pobreza y la desigualdad.

La reducción del riesgo de desastres requiere la implicación y colaboración de toda la sociedad. Requiere también empoderamiento y una participación inclusiva, accesible y no discriminatoria, prestando especial atención a las personas afectadas desproporcionadamente por los desastres, en particular las más pobres.

Deberían integrarse perspectivas de género, edad, discapacidad y cultura en todas las políticas y prácticas, y debería promoverse el liderazgo de las mujeres y los jóvenes.

Pérdidas económicas por tsunamis

En una revisión de datos disponibles sobre los tsunamis que se produjeron durante un período de 20 años (1998-2017), se calculó que habían causado un total de 251,770 víctimas mortales y pérdidas económicas equivalentes a 280,000 millones de dólares de los Estados Unidos.

Durante los 20 años anteriores (1978-1997), el total de víctimas registradas fue de 998 y las pérdidas económicas estimadas ascendieron a 2,700 millones de dólares (Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres, 2018).

Alertas Tempranas, para todas las personas por igual

Se proponen y crean con el fin de garantizar que cada persona del planeta esté protegida por sistemas de alerta temprana en los próximos cuatro años. Esto implica priorizar las comunicaciones en las etapas finales para llegar con mensajes de alerta a las poblaciones en situación de riesgo.

Un sistema de alerta temprana sólo puede ser eficaz si la población es perfectamente consciente del riesgo de tsunamis y sabe lo que debe hacer en caso de emergencia. Esto implica garantizar que las poblaciones en situación de riesgo tengan un acceso igualitario a la información y a las rutas de evacuación (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, 2022).

Tenemos la capacidad de mitigar el impacto devastador de las amenazas, evitando que se transformen en desastres, a través de una planificación minuciosa y coordinada. Es responsabilidad de los países asegurar una participación significativa de las poblaciones en mayor riesgo, incluidas las personas mayores y aquellas con capacidades diferentes.