Crisis alimentaria: la alimentación de generaciones futuras corre peligro gracias a la influencia antropogénica
Actividades nocivas como los ataques bélicos y el uso de combustibles fósiles, no hacen más que poner en peligro nuestra sobrevivencia como especie.
La población mundial crece constantemente y está cada vez más urbanizada. La tecnología evoluciona sin cesar y la economía está cada vez más globalizada. Por otro lado, tenemos a la producción de alimentos que conecta varios impactos nocivos en el medio ambiente, como la sobreexplotación de recursos naturales, el desperdicio y la contaminación de áreas alimentarias.
Sin embargo, situaciones como los intereses individuales de grandes compañías monopolizadas y la manutención de algunos gobiernos posicionados en cúspides piramidales sistemáticas, no hacen más que condenar a generaciones futuras a no tener un acceso seguro a la alimentación.
Sabemos que la producción de alimentos también es la base de una parte importante del impacto humano sobre el clima y la biósfera, por lo que tener condiciones ideales sin contaminantes generados por diversas actividades antropogénicas, en la que destacan principalmente las industrializadas y ahora bélicas a gran escala, deberían ser sancionadas y detenerse.
Además, estos impactos a menudo ocurren en regiones distantes de donde realmente se consumen los alimentos y, por lo tanto, aumentan potencialmente las desigualdades globales.
La producción de alimentos de manera sostenible garantiza salud mundial e igualdad
La protección del ambiente y la biodiversidad permitiría tener éxito adyacente en el objetivo general de reducir las desigualdades sociales. Los avances científicos han mejorado la seguridad alimentaria y nutricional desde el inicio de la Revolución Verde.
Es necesario un progreso continuo para satisfacer las necesidades de una población mundial en crecimiento y garantizar que nuestros sistemas de producción de alimentos sean resilientes a los crecientes impactos del cambio climático.
Además, para alcanzar plenamente los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, es necesario encontrar nuevas formas de reducir los impactos que la propia producción de alimentos tiene en el medio ambiente.
Lograr la seguridad alimentaria mundial de manera sostenible
Este hecho no es fácil, menos cuando de acuerdo con lo dicho las Naciones Unidas (ONU), se estima que la población humana alcanzará los 8,500 millones en 2030 y los 9,700 millones en 2050.
Si bien se estima que la tasa de crecimiento demográfico general se está desacelerando, no obstante se prevé que aumente ya que siguen siendo elevados en varias regiones de África y Asia, incluidas zonas que ya corren riesgo de inseguridad alimentaria. Mientras tanto, en los países ricos existen desigualdades sustanciales en el acceso a alimentos nutritivos a pesar de los altos niveles de desperdicio de alimentos en general.
Los aumentos históricos en la producción de alimentos han sido impulsados en gran parte por el cambio en el uso de la tierra, que contribuye de manera importante a la pérdida de biodiversidad y puede desempeñar un papel en el cambio climático.
La innovación científica puede impulsar la productividad
La Revolución Verde de mediados del siglo XX fue crucial para mejorar la seguridad alimentaria, en parte mediante el uso de variedades de cultivos de alto rendimiento. Desde entonces, los avances en el fitomejoramiento también han sido clave para fortalecer la confiabilidad de los sistemas de producción de alimentos.
Por lo tanto, es necesario seguir innovando científicamente para mejorar la resiliencia de las infraestructuras y los sistemas de gestión de la producción de alimentos, y para fundamentar estrategias como la modificación de los calendarios de siembra para tener en cuenta el cambio climático.
Dificultades en la transición hacia dietas más sostenibles
Los consumidores aceptan cada vez más fuentes de alimentos alternativas, como la carne cultivada y los productos a base de insectos, pero su impacto en el medio ambiente y la salud humana aún no está firmemente establecido. Los alimentos azules (alimentos acuáticos capturados o cultivados en sistemas marinos y de agua dulce) también están recibiendo cada vez más atención dado su alto valor nutricional, pero su sostenibilidad es cuestionada.
También es necesario considerar las barreras económicas a una dieta sostenible y saludable para resolver la inseguridad alimentaria y nutricional. La sustitución de productos animales por alimentos de origen vegetal o futuros (algas, carne cultivada o alimentos de insectos), podría reducir los precios de los alimentos en los países de ingresos medianos altos, pero aumentar los costos en las regiones de ingresos medianos bajos.
De acuerdo con un estudio publicado en Nature, se estima que la expansión e intensificación mundial de las tierras de cultivo podrían afectar desproporcionadamente a la biodiversidad en el Sur Global, mientras que el Norte Global se beneficiaría de un aumento en la producción mundial de alimentos y de una reducción de los precios de mercado con un riesgo limitado para sus ecosistemas locales.
Por ello, es esencial que los principios de justicia social deben guiar el diseño y la implementación de soluciones de seguridad alimentaria, de modo que las desigualdades sociales profundamente arraigadas sean aliviadas en lugar de exacerbadas por los cambios globales en la dieta y el aumento de la producción agrícola.
Está claro que no debemos ignorar las cuestiones ambientales y socioeconómicas asociadas con los actuales sistemas de producción y consumo de alimentos, y que la ciencia debe desempeñar un papel importante en la búsqueda de soluciones.