Cambios en las rutas habituales de los huracanes
En las últimas temporadas de ciclones tropicales se ha vuelto más frecuente observar que estos fenómenos alcanzan la parte oriental del Atlántico Norte, alejados de la región tropical donde habitualmente se forman y desarrollan.
Históricamente, los huracanes que logran desplazarse cerca al archipiélago de las Azores o se aproximaban al continente europeo, eran una rareza, siendo escasos los registros de estos. En los últimos años, dicha circunstancia parece estar cambiando, reforzando cada temporada de huracanes que pasa. La presencia y formación de ciclones tropicales en la parte oriental de la cuenca del Atlántico Norte invita a pensar que detrás de ese hecho singular se esconde el cambio climático, aunque todavía nos falta conocimiento científico para entender en su totalidad esa conexión.
Cada nueva tormenta tropical o huracán que se forme alejadas de la franja tropical ‒como ha ocurrido días atrás con el huracán Pablo‒, se convierten en casos de estudio, que aportarán datos valiosos para encajar en el marco climático actual la evidencia, cada vez mayor, de que las rutas de huracanes distintas a las habituales son cada vez más frecuentes.
La trayectoria típica forma una especie de curvatura (parabólica), en la que el ciclón tropical comienza a desarrollarse a partir de una onda tropical que evoluciona en las cercanías del archipiélago portugués de Cabo Verde, frente al centro del continente africano, con desplazamiento hacia el oeste, en dirección al Caribe donde el mar es más cálido.
Una vez allí, inicia la conocida como "recurva" ‒nombre que empezó a emplear a finales del siglo XIX el padre Benito Viñes, antiguo director del Observatorio del Colegio de Belén, en la Habana y uno de los pioneros en el estudio de los huracanes‒ trasladándose hacia el noroeste, norte y finalmente noreste, para ir debilitándose a medida que asciende de latitud y se va alejando del ámbito tropical.
El patrón anteriormente descrito se ajusta, en mayor o menor medida, al comportamiento de muchos de los huracanes atlánticos, si bien no suelen faltar en cada temporada algunas trayectorias erráticas, lo que obedece a los distintos factores y circunstancias que intervienen en la evolución que va adoptando un ciclón tropical.
Hasta hace poco, era bastante raro que un huracán se trasladara hacia la mitad del Atlántico y se dirigiera hacia Europa, pero hace unos años esto empezó a cambiar. A finales de la temporada de huracanes 2005, Vince y Delta rompieron con esta peculiaridad. El hecho de que surgieron los dos con apenas de un mes de separación, puso encima de la mesa la posible conexión con el cambio climático.
Desde entonces, varios huracanes más han evolucionado por la zona oriental de la cuenca, al oeste de la península ibérica. una de las observaciones más claras es que durante las tres últimas temporadas de huracanes esto candion se ha manifestado. En 2017 tuvimos a Ophelia, en 2018 a Leslie ‒que estuvo cerca de tocar costa portuguesa como un huracán‒ y en la actual hemos tenido a Lorenzo y recientemente a Pablo. Con la formación de este último la teoría de nuevas rutas indica que cada vez es más frecuente que haya aguas superficiales cálidas en el Atlántico fuera del ámbito tropical, de ahí que estemos viendo cada vez ciclones alcanzando las Azores.A diferencia del resto de los huracanes que hemos citado y de los demás que hay documentados, la génesis de Pablo no ha tenido lugar ni en el ámbito tropical ni en el subtropical, si no en latitudes medias, en una zona donde la temperatura del agua superficial del mar (SST) rondaba los 20 ºC. En las horas que se mantuvo como huracán, el 27 de octubre de 2019, y en el trayecto que recorrió como tal, estuvo en una zona oceánica con una anomalía de SST ligeramente positiva, pero con unos valores muy alejados de los 26-27 ºC que suelen tener las aguas por donde se mueven los ciclones tropicales.
Dicha circunstancia obliga a pensar que en este caso han pesado más los factores dinámicos como la poca cizalladura, que los termodinámicos. Las nuevas rutas de los huracanes en el Atlántico abren un apasionante campo de estudio, cuyo objetivo último es determinar de qué forma está afectando el cambio climático a su dinámica.