Aumento brusco en los niveles globales de dióxido de carbono
Aún cuando gran parte del mundo se encuentra en confinamiento y que las mejoras en la calidad de aire han sido reportadas en muchos lugares, datos observados por la Organización Meteorológica Mundial, dicen que, esto no es un indicio de que la crisis climática ha terminado.
Reportes de datos de observación publicados por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA), muestran un aumento significativo en niveles globales de dióxido de carbono (CO2). El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) reporta que desde marzo de 1958 las concentraciones de CO2 han aumentado en más de 100 ppm.
El reporte de las concentraciones globales de CO2, indica que estas alcanzan su punto máximo en mayo y se reducen en aproximadamente 7.5 ppm hasta octubre. Durante el invierno en el hemisferio norte, la Tierra tiene menos actividad, por lo que las concentraciones de CO2 disminuyen hasta el próximo ciclo.
De los factores que más influyen en el incremento del CO2 en la atmósfera son las actividades humanas como la urbanización, uso de transportes ya sean aéreos, marítimos o terrestres, deforestación, las industrias (fábricas y monopolios), extracción de petróleo, sobreexplotación del suelo, tratamiento de basura y ganadería, con esto las concentraciones de gases contaminantes en la atmósfera aumentan aceleradamente.
Antecedentes sobre la concentración de dióxido de carbono
Con el uso de pruebas de núcleos de hielo, es posible medir el CO2 atrapado en los témpanos antárticos de los últimos 800,000 años. Los últimos análisis que están utilizando esta técnica indican que no se había alcanzado una concentración tan alta como hasta ahora.
Pascal Peduzzi, director de PNUMA/GRID-Ginebra y director de Programa del Medio Ambiente Mundial, comenta que: “Esto es una gran preocupación con respecto a nuestro clima y demuestra, una vez más, que se necesitan medidas urgentes para reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero. Para mantener el calentamiento global promedio a 1.5 °C, necesitamos alcanzar cero emisiones netas para 2040 o 2055 a más tardar”.
Error pensar que el confinamiento por COVID-19 reduciría las emisiones de gases contaminantes
Si bien es cierto que se han reducido drásticamente el uso del transporte marítimo, terrestre y aéreo, así como la actividad industrial, en gran parte del mundo desde el comienzo del año 2020. Ocurre lo contrario con el suministro de electricidad, donde, el 64% de la combinación global de energía eléctrica proviene de los combustibles fósiles (carbón 38%, gas 23%, petróleo 3%), según un informe de la Perspectivas de la energía en el mundo 2019 de la Agencia Internacional de Energía.
Por otro lado, se tiene un alto registro de incendios forestales en todo el mundo, que han aumentado en probabilidad y gravedad de los efectos nocivos del cambio climático, y que continúan afectando grandes áreas verdes como la Amazonia en Brasil, los bosques en Honduras, Myanmar, Tailandia y Venezuela. Cada uno de esos focos incendiarios emite grandes cantidades de CO2 adicionales a nuestra atmósfera.
Si bien el confinamiento por COVID-19 nos brinda la oportunidad de hacer un balance con el medio ambiente, debemos tener en cuenta que los desastres climáticos, son resultado de muchos de años de contaminación.
Soluciones ante las concentraciones de gases contaminantes
La electricidad descarbonizada, podría proporcionar una plataforma para reducir las emisiones de CO2 en otros sectores a través de combustibles basados en electricidad como el hidrógeno o los combustibles líquidos sintéticos.
Impulsar la descarbonización, la transición hacia las energías renovables y limpias, además de la reforestación vegetativa, será una victoria económica a corto plazo y para la resiliencia en el futuro.