Atlántico sobrecalentado: ¿una temporada histórica de huracanes en 2024?
Las temperaturas de la superficie del Atlántico apuntan a una temporada de huracanes potencialmente catastrófica en 2024. La temporada acaba de comenzar y ya muy temprano se ha formado un huracán de categoría 5. Hagamos un check-in.
El año 2024 bien podría pasar a la historia de los huracanes del Atlántico.
¡Océano en llamas!
El Atlántico se está calentando, y no sólo un poco. Desde el inicio de la temporada, las temperaturas superficiales (TSM) del Océano Atlántico han sido excepcionalmente altas, con consecuencias directas sobre la actividad ciclónica.
Las TSM son un factor clave en la formación de huracanes. A finales de junio, estas temperaturas alcanzaban en ocasiones los 32 °C. No se limitaron a la principal zona de desarrollo de ciclones (MDR, por sus sigla en ingles), sino que también se extendieron a regiones esenciales para la formación e intensificación de los huracanes.
Comparación con 2020
Para comprender mejor la magnitud de este fenómeno, es fundamental comparar la situación actual con 2020, el año más activo en cuanto a número de tormentas con nombre.
Este año 2024, las TSM han superado con creces los 26 °C, necesarios para el desarrollo de huracanes, llegando incluso a los 32 °C en determinadas regiones.
En 2020, aunque las temperaturas del mar también fueron elevadas en esta época del año, no alcanzaron los niveles actuales. Áreas como el Golfo de México, partes del Caribe y el este de las Islas de Barlovento fueron más frías que en 2024. Aún así, en la temporada 2020 se registró un récord de 30 tormentas con nombre.
¿Influencia del ENOS?
Otro factor que influye en la temporada de huracanes es el fenómeno ENSO (El Niño-Oscilación del Sur). En 2020, las condiciones fueron neutrales a principios de la temporada, pero en julio se emitió una alerta de La Niña y, de hecho, La Niña se desarrolló en agosto, antes del período pico de huracanes en septiembre.
De manera similar, las condiciones ENOS en 2024 son actualmente neutrales, pero hay un 65 % de posibilidades de que se desarrolle La Niña entre julio y septiembre. La Niña reduce la cizalladura del viento en el Atlántico tropical occidental; esto crea un ambiente favorable para que se formen e intensifiquen tormentas.
Béryl: ¡un ejemplo sorprendente!
Un ejemplo ilustrativo de esta extraordinaria temporada es el huracán Béryl. Temprano e intenso, Béryl es uno de los ciclones tropicales más potentes jamás registrados en junio. Con vientos que alcanzaron los 270 km/h, causó devastación en todo el Caribe, desde Martinica hasta Jamaica, provocando la muerte de siete personas y una destrucción generalizada.
Béryl es el primer ciclón de categoría 5 observado en junio en 174 años. Su formación e intensidad resultan de dos factores principales:
- SST excepcionalmente alta, una consecuencia directa del calentamiento global.
- La influencia de La Niña.
Este “cóctel explosivo”, en palabras del climatólogo Serge Zaka, ha creado las condiciones ideales para huracanes de una violencia sin precedentes.
Previsiones
Las previsiones para 2024 predicen entre 17 y 25 tormentas con nombre ya en mayo.
El Centro Nacional de Huracanes (NHC), continúa monitoreando de cerca la evolución de las condiciones atmosféricas y oceánicas. Los meteorólogos anticipan otros ciclones potencialmente devastadores, exacerbados por temperaturas récord del océano y la influencia de La Niña.
La combinación de una TSM "fuera de lo normal" y la perspectiva de La Niña hace que los meteorólogos temen una temporada de huracanes extremadamente activa. En 2024 ya se ha producido el desarrollo del huracán de categoría 5 más antiguo jamás observado en el Atlántico. El calor del mar aumenta no sólo el número de tormentas, sino también, muy posiblemente, su intensidad y su duración.
Desafíos a superar
La temporada de huracanes de 2024 promete ser una prueba importante para las poblaciones del Atlántico. Para los residentes costeros, esta temporada podría representar un desafío considerable.
Las autoridades deben aumentar la vigilancia y la preparación ante tormentas más numerosas y destructivas. Monitorear las condiciones climáticas y contar con planes de emergencia adecuados son más importantes que nunca.