¡Alerta! El último pronóstico de El Niño anuncia un evento intenso
En un mundo donde la tendencia del calentamiento global es antropogénica, un intenso episodio de El Niño podría llevar a la Tierra a temperaturas globales récord en 2023 o 2024, además de otros factores activos.
Meteorólogos y climatólogos confían en las predicciones del regreso del fenómeno de El Niño por primera vez desde 2019, que podría aumentar el calor en el aire y, especialmente, en el mar, en un planeta ya sobrecalentado.
Después de tres años de enfriamiento persistente de La Niña, la fase fría opuesta de El Niño que influyó en el clima mundial, se espera que este régimen ahora desaparecido dé paso a una fase cálida en las aguas ecuatoriales del Pacífico durante los próximos meses.
Según las primeras previsiones del 2023 y especialmente 2024 podrían establecer récords de calor medio a nivel mundial, lo que acercaría más que nunca al planeta a un umbral de calentamiento que, según han advertido científicos y políticos, será potencialmente dañino.
En este sentido, existe un 60% de probabilidad de que las condiciones de El Niño regresen para el verano o principios del otoño. Las previsiones de primavera aún son muy inciertas, pero varias agencias (ECMWF, Centro Europeo y BoM, Oficina Australiana de Meteorología) están anunciando un fuerte episodio de El Niño.
¿Hacia récords de calor?
El último pronóstico estacional del ECMWF indica que es posible que se produzca un fuerte fenómeno de El Niño en septiembre de 2023, en el punto álgido de la temporada de huracanes en el Atlántico. Las anomalías del Pacífico central pronosticadas para septiembre (+1,7 ˚C) son comparables con los "súper" eventos de El Niño de 1997 (+1,9 ˚C) y El Niño de 2015 (+1,8 ˚C). Esto tendría importantes consecuencias para el clima global, como señaló el meteorólogo Ben Noll.
Otros expertos, como el Dr. Philip Klotzbach, señalan que el modelo estacional del ECMWF ha tenido un sesgo cálido en los últimos años en sus pronósticos.
Posibles impactos de El Niño
El Niño (La Niña) se caracteriza por aguas más cálidas (más frías) de lo normal en el Océano Pacífico ecuatorial. Cabe señalar que cada fenómeno de El Niño (o La Niña) es intrínsecamente diferente, ya que se desarrolla en condiciones diferentes de un año a otro.
El Niño suele provocar sequías en el norte de Australia, Indonesia y el sur de África, precipitaciones superiores a la media en el sur de los Estados Unidos, incluido el sur de California, y, a menudo, una decoloración grave de los corales.
En general, El Niño tiende a causar un aumento en las temperaturas promedio globales, incluido un calor pronunciado en el sudeste asiático, Alaska y partes de América del Sur. Un fuerte evento de El Niño ayudó a impulsar las temperaturas globales a un récord en 2016 (un récord igualado en 2020).
Algunos científicos pronostican que la influencia de El Niño, además del calentamiento global provocado en gran parte por la quema de combustibles fósiles en las actividades humanas, hará que los próximos dos años se rompan estos récords de temperatura.
Otros estiman que el próximo El Niño podría elevar las temperaturas promedio hasta casi 1.5 °C o más por encima de las temperaturas preindustriales, un punto de referencia que ha guiado el activismo climático y presagia daños, quizás irreversibles. Algunos van más allá y afirman que La Niña se extrañará porque, bajo su dominio, las condiciones climáticas extremas que afectaron a la Tierra en 2021 y 2022 serán pocas a raíz de El Niño.
Gavin Schmidt, director del Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA, dijo que se espera que 2023 sea un año cálido récord a nivel mundial y que El Niño significa que 2024 estará marcado por una "probabilidad muy alta" de un récord.
Sin embargo, Schmidt también dijo que no estaba seguro de si un calentamiento de 1.5 °C era inminente, con la Tierra siendo 1.1 °C más cálida que en 1880. Incluso con un fuerte episodio de El Niño, predice que el calentamiento podría llegar a 1.35 °C por encima de la temperatura preindustrial.
El mundo debe prepararse para el clima extremo incluso en ausencia de El Niño
Otros científicos señalan que el aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero (GEI) tiene una influencia relativamente mayor en las tendencias de aumento de la temperatura, las olas de calor, los incendios y otros fenómenos adversos que los fenómenos de El Niño y La Niña. En otras palabras, el peso específico de los fenómenos de El Niño y La Niña está disminuyendo en un mundo cada vez más cálido y marcado por eventos extremos de alto impacto debido al constante aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero.
Aunque El Niño contribuyó al calor récord de 2016, el planeta estuvo igual de cálido en 2020, a pesar de la influencia relativamente refrescante de La Niña. En los últimos años hemos experimentado La Niña y numerosas olas de calor extremo en muchas partes del mundo.
Los científicos dicen que el cambio de La Niña a condiciones neutrales es motivo de preocupación. Los efectos de La Niña y El Niño en los patrones climáticos son relativamente bien conocidos, pero la ausencia de cualquiera de ellos introduce una falta de previsibilidad en los pronósticos estacionales, que ya son notoriamente difíciles.
Lo mismo es cierto para El Niño y la actividad de huracanes en el Atlántico. Aunque El Niño debilite su formación o los fortalezca en el Atlántico, no debemos bajar la guardia en este tema; basta con qué uno o dos de ellos toquen el suelo para causar efectos catastróficos en una temporada poco activa.